“Monolito” de Simon Ungers
ESTACION DE ARTE DE SANKT PETER
Préstamo de la Fundación Skulturenpark de Colonia


Lumen Christi – con este grito de júbilo pascual, el diácono anuncia en la liturgia católica la buena noticia de la noche pascual: Cristo ha resucitado de entre los muertos. Él ha resucitado verdaderamente. Luz en las tinieblas de un mundo que está muy dominado por la muerte.

Así también en Sankt Peter de Colonia: La Iglesia obscura estuvo “enganchada”, por así decirlo, entre el fuego pascual “viviente” al comienzo de la liturgia en patio Cäcilien al norte de la Iglesia y la luz de un blanco radiante del “monolito” de Simon Ungers en el patio de la Iglesia situado al sur (antiguo cementerio) de Sankt Peter. El acto de inauguración de la exposición de este sillar de luz puso fin a la celebración de la noche pascual.






 
Lumen Christi, Luz de Cristo,
Luz increada de la Luz increada,
Luz divina de la Luz divina.

Toda luz creada nos comunica
sólo una idea de la luz divina:
Imagen análoga de la gloria luminosa irrepresenble
sólo modesto reflejo de aquella luz pascual,
que celebramos la Noche de las noches.

¿Llega el tradicional fuego pascual llameante,
la clara Luz de la mañana de Pascua,
sobre la que colocamos nuestra esperanza
frente a la obscuridad de la muerte,
realmente más cerca que la instalación de Simon Ungers?


El fuego parece estar “vivo”,
se enardece en muchos colores,
de él sale un calor agradable y necesario para vivir,
una fuerza muy primitiva se oculta en él,
una fuerza a la que con frecuencia recurrimos,
cuando falla la técnica moderna
y deja hundirse en la obscuridad y el frío
a todos los barrios de la ciudad e incluso regiones enteras.

Y, sin embargo, en Pascua cae fácilmente en el olvido,
lo que desencadena el fuego destructor,
cuando aniquila toda una ciudad y sus habitantes
- como, por ejemplo, en los bombardeos nocturnos
de la Segunda Guerra mundial –
o cuando hoy caen gigantescos bosques como víctimas
al servicio de la especulación y de la codicia.


Por el contrario, del monolito luminoso
sale una gran tranquilidad.
Este monolito comunica una representación de la luz
casi “abstracta”.
Su luz parece ser una imagen
de aquella luz de la Creación,
que Dios creó al principio,
mucho antes de que Él en el cuarto día de la Creación
colgase en la bóveda celeste las luminarias concretas.
Tampoco los modos de iluminación
del sillar de luz son reconocibles.
“Ocultos” detrás de un plexiglás blanco lechoso
parecen hacer creer que
el monolito, en su rigurosa forma geométrica,
es, de un modo misterioso, una fuente de luz.


La luz-arquitectura forma un contraste
que saca de obscuridad de la noche
a la rigurosa, pero también “viva” arquitectura
de la Iglesia gótica,
sin que ella – al contrario que el fuego con sus sombras -
pueda despertar a la vida.


Curiosas asociaciones sintonizan
cuando se enlaza ideológicamente
la antigua historia de este lugar como cementerio
con la blanca luz enigmática:
¿Fantasma de medianoche de los misteriosos
espíritus luminosos de los muertos?
¿O “Lumen Christi” como un signo de esperanza
para todos los que hace siglos encontraron aquí
su “última morada”?
¿Signo de esperanza también
para aquellos casi 4000 parroquianos de Sankt Peter,
cuya vida se extinguió
en una sola noche de bombardeos
en la Segunda Guerra mundial?


En la homilía de la noche pascual
se trató de ésa pareja fraternal inseparable
de fe y duda.
También en la símbólica de la Luz de esta noche
está y continúa actuando simétricamente
esta fraternal pareja en el fuego y en el monolito de luz.


¿Lumen Christi?

¡Lumen Christi!
Aleluya


“Dios dice nuevamente. Hágase la Luz.
La Resurrección de Jesús es una irrupción de la Luz.
La muerte es vencida, la tumba abierta.
El propio Resucitado es Luz, la Luz del mundo.
Con la Resurrección entra el día de Dios
en las noches de la historia.”

Benedicto XVI
en su homilía de la noche pascual