San Nicolás Obispo
y la milagrosa

multiplicación del trigo



La Leyenda:

Hace mucho tiempo, cuando San Nicolás era Obispo de Myra, hubo en todo el país una gran necesidad de víveres. En el verano había hecho mucho calor y durante todo el tiempo no había llovido.  Por eso sólo creció un poco de trigo y este poco fue abrasado por el sol ardiente.

Entretanto las gentes se había comido todas sus existencias – incluso la semilla para el año próximo fue transformada en pan. Ahora ya no había nada que comer. Los niños sufrieron al máximo esta gran necesidad.

Un día se propagó como un reguero de pólvora que habían anclado unos barcos en el puerto y que estaban cargados hasta el borde con trigo. Corrieron las gentes en multitud hacia el puerto y se alegraron de poder comprar algo de este trigo. Pero el capitán de los barcos no explicó nada. Por el contrario: situó soldados armados alrededor de los barcos, que expulsaron a toda la gente, cuya hambre le salía a la cara.

También el Obispo Nicolás oyó esto. Lo más pronto posible se puso en camino hacia el puerto para hacer cambiar de opinión al capitán y para conseguir trigo para las gentes de la ciudad. El capitán escuchó al Obispo, pero no se dejó ablandar. “El cargamento de los barcos estaba destinado al Emperador de Constantinopla”, dijo, “y todo es pesado con exactitud hasta el gramo. Aunque sólo falte lo más mínimo seré castigado duramente con toda la tripulación. Lo siento. Tengo la mejor voluntad, pero no os puedo ayudar.”

El Obispo Nicolás sólo reflexionó un momento y después dijo: “De cada barco dame para la gente de Myra cien fanegas. Veréis que cuando lleguéis a Constantinopla no falta nada, ni siquiera un gramo del peso de vuestro cargamento. Y naturalmente no seréis castigados.” Tan convincentes y dignas de crédito fueron las palabras del Obispo, que el capitán le otorgó su confianza y dejó descargar cien fanegas de cada uno de los barcos.

Myra estalló de júbilo: Finalmente la necesidad debía tocar a su fin. Con exaltación las gentes le dieron las gracias al Obispo Nicolás y alabaron a Dios en voz alta.

Los barcos salieron pronto de nuevo, alcanzaron Constantinopla en poco tiempo y salió todo como Nicolás había prometido. No faltaba nada de su cargamento.

En Myra Nicolás repartió el trigo a todos con justicia. Y de forma milagrosa alcanzó para dos años y también bastó para la siembra.


El Testimonio de la Sagrada Escritura:

Del Evangelio según Mateo:
(14,13-21; ver también: Mc 6,31-44; Lc 9,10-17; Jn 6,1-13)

Jesús se retiró de allí en una barca a un lugar tranquilo para estar solo. Pero la gente se dio cuenta y lo siguió a pie. Cuando Jesús desembarcó y vio aquel gentío sintió compasión de ellos y curó a los enfermos que traían.

Cuando cayó la tarde, los discípulos se acercaron a él y Le dijeron: El lugar está despoblado y ya se ha hecho tarde. Despide a esta gente para que vayan a las aldeas y puedan comprar algo para comer. Jesús contestó: No necesitan irse. ¡Dadle vosotros de comer! Ellos Le dijeron: sólo tenemos cinco panes y dos peces. Él respondió: ¡Traedlos! Después mandó que se sentaran todos en la hierba. Tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; éstos se los dieron a la gente y todos comieron y quedaron hartos. Cuando los discípulos recogieron los trozos de pan sobrantes llenaron doce canastos. Participaron en la comida aproximadamente cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños.


La Escena del Pesebre:

La ciudad de Myra forma el fondo. En la playa, delante de la ciudad se ha reunido mucha gente en el embarcadero. El hambre y la esperanza de pan los ha empujado hacia allí – un barco cargado con trigo en ruta hacia Constantinopla ha amarrado allí. El Obispo Nicolás trata con el capitán del barco. ¿Dejará al menos una parte del cargamento para las gentes hambrientas?


Escena del Pesebre 2009

Explicación:

“Quien da al pobre no pasará necesidad; quien no lo ayude será maldecido”    se dice en el libro de los Proverbios (28,27). En el fondo el Obispo Nicolás  convence al capitán del contenido verdadero de esta antigua sabiduría bíblica. La Leyenda griega de Nicolás tiende exactamente a este conocimiento: Quien cede de su abundancia no sufre ningún detrimento. No le falta de nada.

Los relatos del Evangelio de la comida a los cinco mil no significan nada diferente: Cuando uno comienza a compartir –según el Evangelio de Juan es de modo significativo un niño, un pequeño – alcanza para todos. El Evangelio incluso da un paso más: Mientras la Leyenda dice que a la llegada de los barcos a Constantinopla no faltaba ni un gramo del cargamento,  el Evangelio informa de que los discípulos tuvieron que recoger aún – después de que todos quedaron saciados- doce cestos con los pedazos de pan sobrantes.

A consecuencia de este mensaje el Obispo Nicolás es una de las grandes figuras del Adviento. En este mensaje está para nosotros la clave  para la solución de los problemas sociales de un sociedad, que permite, que la diferencia entre pobres y ricos se separe cada vez más. En la Leyenda de Nicolás también podemos encontrar el principio de solución para la superación del hambre en el mundo.