La
Ascensión de Jesús
Textos bíblicos:
Evangelio de Lucas 24,48-53:
Jesús dijo: Vosotros
sois mis testigos. Por mi parte, os voy a enviar
el don prometido por mi Padre. Vosotros quedaos en la ciudad hasta que
seáis revestidos de la fuerza que viene de lo alto.
Después los llevó
fuera de la ciudad, hasta un lugar llamado Betania y, alzando las
manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de
ellos y fue
llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante él, se
volvieron a
Jerusalem rebosantes de alegría. Y estaban continuamente en el
Templo
bendiciendo a Dios.
Hechos de los Apóstoles
1,8-12:
Jesús
dijo:
Vosotros recibiréis la
fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros y
seréis mis
testigos en Jerusalem, en toda Judea, en Samaría y hasta los
confines
de la tierra. Después de decir esto, lo vieron elevarse hasta
que una
nube lo ocultó de su vista. Mientras estaban mirando atentamente
al
cielo viendo cómo se marchaba, se acercaron dos hombres con
vestidos
blancos y les dijeron: Galileos, ¿por qué seguís
mirando al cielo? Este
Jesús que acaba de subir de vuestro lado al cielo, vendrá
como lo
habéis visto marcharse. Entonces regresaron a Jerusalem desde el
monte
llamado de los Olivos, que distan tan sólo de Jerusalem lo que
se
permite caminar en sábado.
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La imagen bíblica
de la “nube” como sinónimo de Dios:
Relato de la salida de Israel de
Egipto:
El Señor los
precedía por el día con una columna de nube para
marcarles
el camino, y por la noche en una columna de fuego para alumbrarlos.
(Ex
13,21)
En el desierto Sin, cuando
Israel murmuró contra el Señor:
Moisés dijo a
Aarón: di a toda la comunidad de los israelitas que se
acerquen ante el Señor, porque Él ha oído sus
murmuraciones. Mientras
Aarón les estaba hablando, todos los israelitas miraron hacia el
desierto y vieron que la gloria del Señor aparecía en la
nube. (Ex 16,9
s)
En la entrega de la Ley en el
Sinaí:
Después Moisés
subió al monte Sinaí, que estaba cubierto por la nube.
La gloria del Señor se había posado sobre el Monte
Sinaí y la nube lo
cubrió durante seis días. Al séptimo día
llamó el Señor a Moisés desde
la nube. La gloria del Señor aparecía a la vista de los
israelitas,
como un fuego devorador sobre la cima del monte. Moisé
entró a través
de la nube, subió al monte y permaneció en él
durante cuarenta días y
cuarenta noches. (Ex 24,15-18)
En la consagración del
Templo de Salomón:
Mientras los sacerdotes
salían del lugar santo, una nube llenó el
Templo del Señor, de modo que los sacerdotes no podían
oficiar por
causa de la nube. La gloria del Señor llenaba el Templo.
(1Re 8,10 s)
En la Transfiguración de
Jesús:
Aún estaba (Pedro)
hablando, cuando una nube luminosa los cubrió, y una
voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo amado en quien
me complazco,
escuchadlo. (Mt 17,5)
Explicación:
La “nube” – una idea clave
No estuvo cerca ningún reportero gráfico,
cuando sucedió lo que nos han
transmitido las discípulas y los discípulos de
Jesús como la Ascensión
de Cristo. Y si alguno hubiera estado cerca, posiblemente no hubiese
podido retener nada en su película, tan poco como su colega
hubiera
podido retener en la mañana de Pascua del acontecimiento de la
Resurrección. Lo que sucede en Pascua y también en la
Ascensión, toca
esencialmente el “ámbito de lo divino” y es inaccesible para
nuestra
imaginación y tanto más para nuestra moderna
técnica fotográfica.
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Los
antiguos tuvieron conocimiento de este misterio divino, que se abre en
la fe, y eligieron metáforas para poner sobre el tapete la
realidad de
la fe de forma aproximada. La “nube” es una de estas metáforas:
para el
ser humano científico natural, todavía no ilustrado, la
nube es
extremadamente misteriosa: permanentemente en movimiento provoca la
impresión de estar viva;
impenetrable, se convierte en peligro para el que cae en su
círculo de
fascinación; no se puede coger ni “comprender” y, sin embargo,
es una
realidad. La “nube” es la idea clave del relato de la Ascensión.
“Una
nube Le apartó de sus miradas” quiere decir, por consiguiente:
Este ser
humano Jesús de Nazareth es introducido por medio de la Muerte
en su
Resurrección como el “Cristo” en la vida plena y en la gloria
del Dios
misterioso, que se muestra en este acontecimiento como Padre amoroso.
“El Cielo” -
¿Dónde está?
Mientras estaban mirando atentamente al cielo viendo cómo se
marchaba,
se acercaron dos hombres con vestidos blancos y les dijeron: Galileos,
¿por qué seguís mirando al cielo?”
A más de uno de nosotros nos haría bien en la fiesta de
la Ascensión de
Cristo hallar a uno de estos ángeles, que nos pudiera aclarar,
lo que
tiene importancia en esta fiesta: “Cielo” tiene en alemán dos
significados que son fundamentalmente distintos y que tienen poco que
ver uno con otro. El inglés nos puede seguir ayudando.
Éste entiende
por “sky” aquel cielo, que nosotros cedemos con gusto a los gorriones y
también a aviones y cohetes. Con otra palabra –“heaven”-
designan los
ingleses, por el contrario, aquel “ámbito divino” en el que
Jesús fue
acogido y al cual también nosotros somos llamados para
“resucitar” – ya
en esta vida y sobre todo en aquella vida, que se nos promete
más allá
de la muerte.
Por eso no debiéramos explicar sólo a los niños
que un muerto está “con
Dios”. Tampoco se puede decir nada más auténtico a un
adulto. Y, en
verdad, hay el “cielo en la tierra” – es decir, cuando un ser humano
pertenece totalmente a Dios. Esto debíamos desearnos unos a
otros en la
Ascensión de Cristo.
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