Homilía para el Cuarto Domingo de Adviento
ciclo C,
19 Diciembre 2021

Lectura: Miq 5,1-4a
Evangelio: Lc 1,39-56
Autor: P. Heribert Graab S.J.
En una antífona se dice hoy:
“Sabed que el Reino de Dios está cerca;
verdaderamente , yo os digo: No se retrasará.

Celebramos en Adviento y sobre todo en Navidad
la venida de Jesucristo, del Dios encarnado,
a este mundo.
Como un niño Él nació en Bethlehem:
“La Luz resplandeciente de las alturas nos ha visitado,
para iluminar a todos los que viven en tinieblas y
en sombras de muerte,
y para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.”
Ustedes conocen este texto de la oración matutina de la Iglesia.
En él se dice: “La Luz resplandeciente de las alturas
nos visitará”
Cristo, el Salvador de este mundo con todas sus oscuridades,
esperamos a la vez Su plenitud y Su gloria.

Y con Su venida entonces en Bethlehem
y también hoy día tras día y finalmente en el Juicio Final, llega también siempre, el Reino de Dios prometido.
Por tanto, Adviento también significa el cumplimiento de nuestra petición en el Padre Nuestro:
“Venga a nosotros tu Reino”.
Y ciertamente esto suena en la Lectura de este cuarto domingo de Adviento:
“Se mantendrá firme y pastoreará con la fuerza del Señor, en el elevado nombre de Yahwe, su Dios.
Ellos (es decir, todas las personas de todo Su pueblo) vivirán seguros;
porque extenderá Su poder hasta los confines de la tierra.
Y Él mismo será la paz.”

¡Paz – la nostalgia de todas las épocas!
En el Adviento se inicia Su plenitud.
Y el coro de ángeles da gritos de júbilo en Navidad
a los pastores de Bethlehem:
“Gloria a Dios en las alturas
y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad." "(Lc 2,14)

La visita de María a Isabel documenta
un elemento esencial de la paz
y de la convivencia de los seres humanos en el Reino de Dios:
Estas dos mujeres buscan en el desafío conjunto de su embarazo
el diálogo, el coloquio, el intercambio de sus experiencias
y la participación recíproca en la fe de la otra.
Por esta fe se apoyan recíprocamente.

Ambas cosas – diálogo y ayuda mutua - crean paz –
también hoy- ¡tanto en la comunidad diaria de las personas como también en la comprensión de los pueblos entre sí!
Y ambas cosas suceden ya hoy:
Piensen ustedes en la enorme disposición para ayudar tanto en la inundación aquí entre nosotros
como en el destructivo huracán en Estados Unidos,
sobre todo en Kentucky.
Y piensen ustedes en el significado del diálogo
para una solución pacífica de los conflictos.
¡Y a pesar de las apariencias se procura por todos
los medios que las soluciones de los conflictos sean eficaces siendo la violencia la excepción y, por el contrario, el pacifismo la regla general!
El Papa Francisco insiste no por casualidad en
el diálogo como único medio adecuado para la solución de los conflictos.
En concreto en el encuentro de María con Isabel,
el Evangelio pone en boca de María un entusiasmado canto de alabanza:
El “Magnificat” de María ensalza el Reino de Dios venidero y anticipa las Bienaventuranzas de Jesús en Su Sermón de la Montaña,
y con ello el núcleo de una ley fundamental del Reino de Dios prometido.
María siente que el Niño que se halla en su vientre transformará el mundo.
La misericordia de Dios superará toda injusticia y violencia, toda altanería y egoísmo y toda la falta de consideración de este ‘viejo’ mundo.
Las muchas visiones llenas esperanza de los profetas bíblicos las concentra el Magnificat de María en un revolucionario canto de júbilo en el Adviento de la nueva realidad marcada por el amor, la justicia y la paz.

Esto es, por así decirlo, una nueva Creación,
un futuro humano que tiene su comienzo
con el Niño en su seno.
¡Éste es el regalo de Navidad que nos hace Dios a nosotros!
¡Ciertamente un motivo también hoy, para celebrar en estos tiempos aún tan oscuros, las Navidades con alegre corazón!

Amén
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