Impulsos para el Domingo Noveno del ciclo litúrgico C
2 Junio 2013
Lectura: 1 Re 8,41-43
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
¡Los nombres no son de ningún modo sonido y humo!
Los nombres provocan algo en nosotros:
Nos mueven de forma emocional,
despiertan recuerdos en nosotros.
nos motivan de una forma u otra para reaccionar,
nos ponen en comunicación con determinadas esperanzas.

Reflexionen ustedes sobre cómo reaccionan
de forma espontánea ante las marcas siguientes
- o también nombres de productos: Coca-Cola, Bild, Nivea, Windows, Mac Donalds…

Reflexionen ustedes también sobre lo que determinados nombres personales
- por ejemplo de la política, de la cultura o de la Iglesia - ‘hacen’ en ustedes…

Y ahora reflexionen todavía sobre lo que nombres
de personas concretas de su ámbito personal provocan en ustedes como afecto, respeto, amor…o también antipatía, menosprecio, quizás incluso desdén, odio y enemistad….

Para Salomón parece que es natural que el Nombre del Dios de Israel fascine incluso a extranjeros,
que él los pone en movimiento, expresado muy literalmente:
Salomón piensa que peregrinarán en multitud hacia Jerusalem,
que orarán en la casa del Señor,
que alabarán Su Nombre y Le demostrarán veneración, única y exclusivamente porque ellos
han escuchado este Nombre, este Dios y sus hechos
y esto, evidentemente, de una forma creíble y emocionante.

Salomón no es un soñador religioso.
Su oración se basa en la experiencia.
Incluso la Reina de Saba se había puesto en camino con un gran séquito para poder formarse un juicio sobre este Dios de Israel, cuyo Nombre
la había atravesado, y sobre la Ley fundamental,
el maravilloso orden, que este Dios había dado
a Su pueblo en el Sinaí.

Nuestra experiencia hoy en Alemania y
en la parte preponderante de Europa
está en contradicción con la experiencia de Salomón:
Nuestras iglesias están cada vez más vacías.
Además tenemos la impresión de que le Nombre
de Dios es para la mayoría de las personas
de nuestra época una palabra extraña;
el Nombre de Dios no les interesa o les aburre.
¿Todavía creemos nosotros mismos algo
en este Nombre?

Y ¿qué hacemos nosotros para divulgar el Nombre de Dios y Su mensaje de forma creíble, convincente y atrayente?
¿Declaramos en público Su Nombre como los fans de los CF declaran su CF y llevan a todas partes entusiasmados su nombre y el logo de su equipo
en su ropa e incluso en su piel y tanto más en su corazón?

¿Quién de nosotros llegaría hoy a este sorprendente idea de Salomón, precisamente para orar por todos aquellos extraños a la fe y que se mantienen alejados,
para hacer todo lo que Dios quiere para llamarlos hacia Él,
para que finalmente ellos Le concedan a este Dios y a Su Nombre el sitio debido a Él en su vida?...

Ciertamente –una frase en la oración de Salomón
me deja perplejo:
“Ellos Te temerán, como Tu pueblo de Israel
Te teme.”
¿Podríamos nosotros  -sin enrojecer- orar seriamente:
“Los que están alejados de la fe cristiana te adorarán a Ti, nuestro Dios y a nuestro Señor Jesucristo,
pronunciarán reverencialmente Tu Nombre,
descubrirán en este Nombre el más profundo sentido de su vida y, en consecuencia, configurarán su vida-
como lo hacemos nosotros”?

Este “como lo hacemos nosotros” me deja en una pieza.
En este “como lo hacemos nosotros” se me hace consciente, cuan lejos estamos nosotros y estoy yo mismo de ser mensajeros creíbles de Dios y testigos de Su Nombre.
Mirando la historia de Dios con Su pueblo y mirando a Jesucristo estoy ciertamente convencido de que Él me alienta siempre de nuevo para orientarme hacia Su Evangelio,
para que yo aún – a pesar de todos mis déficits-
me convierta en un ‘letrero’ de Su Nombre.
Amén