Homilía para el Domingo Vigésimo Sexto
del ciclo litúrgico C

29 Septiembre 2013
Lectura: Am 6,1.4-7
Evangelio: Lc 16,19-31
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Ante la escucha de las Lecturas del domingo pasado
y de las de hoy, de nuevo podríamos pensar
lisa y llanamente que en las elecciones presidenciales debiéramos elegir a ‘las izquierdas’.
Pero ni Amós, ni Lucas ni siquiera Jesucristo
son comunistas ni tampoco sólo socialistas.
Pero todos están muy decididos por la justicia y
el amor de Dios.
Y naturalmente ellos se comprometen sin reservas
en que la justicia de Dios y el amor debe determinar también este mundo y la vida en común de los seres humanos.

Amós vivió en el siglo VIII antes de Cristo.
Esta época fue en todo Israel un tiempo de auge político y económico.
Sin embargo, la riqueza estaba distribuida de forma muy desigual:
Una pequeña pandilla de super-ricos estaba frente
a una masa de gentes,
que, mediante su trabajo diario, hacían posible
la riqueza de unos pocos.

En su cólera por esta injusticia que clamaba al cielo,
Amós no tuvo pelos en la lengua.
Duras y extremas son las palabras que arroja
a la cara de la alta sociedad de su época:
“Ay de los que se fían de Sión
y confían en el monte de Samaría.
Ay de los elegantes entre los pueblos (!)
Os acostáis en lechos de marfil,
holgazaneando sobre vuestros colchones.
Para comer buscáis los corderos del rebaño
y las terneras del establo.
Canturreáis al son del arpa,
queréis inventar canciones como David.
Bebéis vinos generosos,
os ungís con los más finos perfumes
y no os preocupáis de los desastres de José.
Por eso tenéis que ir ahora al destierro,
delante de todos los desterrados.
Se acabó la fiesta de los holgazanes.”

Con mofa y escarnio caricaturiza Amón el lujo
de los ricos:
- se acuestan sobre marfil tallado (en esto no hay en absoluto ninguna exageración, sino que está demostrado en las excavaciones actuales);
- llevan una vida de holgazanería sobre mullidos colchones;
- comen carne de la mejor y beben vino no en vasos o copas sino en grandes jarras;
- lanzan un vocear borracho que quiere competir con los cantos de David;
- utilizan el óleo más refinado para el cuidado corporal- etc, etc…

No es difícil sacar paralelos con la época actual y completar la letanía de lujos también de hoy.
Naturalmente hoy es válido como el domingo pasado:
“Escuchad esta palabra, vosotros perseguís a los débiles y oprimís a los pobres en el país.”
Los ‘grandes’ pueden vivir a todo tren
porque se degüella a los ‘pequeños’.

Me parece que en nuestra sociedad actual tan civilizada ocurren probablemente cosas peores
que entonces, en los tiempos de Amós:
- Muchas juntas directivas de empresas ganan de muchas formas lo que por término medio ganan entre todos los empleados de esta empresa.
- Incluso si una empresa, un banco, fue empujado a la ruina, los responsables pueden contar con el pago de indemnizaciones.
- Innumerables ‘constructores de chalets’ no los han podido vender por los créditos morosos no sólo en USA o en España.
- Para bajar los costes y elevar las ganancias trabajan entre nosotros muchas empresas de ocupación a tiempo parcial con subcontratas y trabajadores interinos, los cuales son contratados según unas tarifas muy bajas y apenas encuentran por su parte un contrato fijo.

Esta lista se puede alargar a discreción –
no por amor a una ideología de partido político sino para una mejor comprensión de la Sagrada Escritura y también como un impulso para nuestra propia conciencia y ante la justicia y la misericordia de Dios.

Los pobres y los que han llegado demasiado tarde están delante de la puerta de nuestra casa
-para expresarnos con la imagen de Jesús del Evangelio de Lucas-.
- que todos nosotros vivimos más o menos a costa de aquellos que mueren de hambre en los países pobres.
- que todos nosotros contaminamos con nuestra forma de vivir el medio ambiente y despilfarramos los recursos de la Creación a costa de otros y sobre todo de las generaciones venideras.
- A fin de cuentas que todos nosotros somos corresponsables de que Europa se blinde contra la afluencia de refugiados políticos, religiosos y tanto más de los llamados refugiados económicos.
- que todos nosotros somos corresponsables de que aquí, entre nosotros, cinco mil refugiados de Siria hallen acogida, mientras los países vecinos a Siria son arrollados por la marea de refugiados.
¡Los perros lamen las heridas a Lázaro mientras, entre nosotros, en Alemania,
se destruyen once millones de toneladas de alimentos o sencillamente son tirados como basura!

Pero todavía volvemos otra vez a la Lectura de Amós:
Su reproche suena entre otras cosas:
Vosotros os contáis como los “distinguidos del primero entre los pueblos”, pero mientras gozáis de vuestra vida de lujo,
no os preocupáis en lo más mínimo de la ruina de José, por tanto concretamente de la ruina del Reino del Norte de Israel.
Con los ojos abiertos ya entonces se podía reconocer el destino amenazador de Israel.
La catástrofe se perfilaba ya hacía mucho tiempo.
Sólo muy poco tiempo después Samaria
fue conquistada por los asirios y
todo el Reino del Norte se hundió definitivamente,
y sobre todo la alta sociedad fue deportada a Mesopotamia.
Con ello quedó atrás verdaderamente “la fiesta de los holgazanes”,
Delante de los demás, su camino los condujo al destierro.

La historia no se repite al pie de la letra;
pero siempre se dan paralelos llamativos:
Probablemente el terror islámico actual,
que se dirige sobre todo contra el mundo occidental,
es, entre otras cosas, una consecuencia política colonial occidental,
que enriqueció a los países de Europa
- no en último caso a costa del mundo islámico.
Y hoy hay profetas como Amós
que advierten de las desastrosas consecuencias
de nuestra forma de vida y de nuestra política económica.
Más de una de estas desastrosas consecuencias
se perfilan ya totalmente,
mientras nosotros –ciegos como estamos-
celebramos lo bien que nos va..

Ahora todos estos pensamientos, que las Lecturas
de hoy nos aproximan, son verdaderamente pensamientos ‘religiosos’, que ¿tienen que tener necesariamente un sitio en el servicio religioso?

Sí, yo estoy convencido de ello.
Tales textos de la Sagrada Escritura reflejan
el alegre mensaje de Dios, que, como Padre,
se preocupa sobre todo de los débiles entre sus hijos.
Estos textos anuncian la misericordia, la bondad y
la justicia de Dios.
Estos textos nos invitan, como imágenes de Dios, a personificar Su amor,
y no sólo a creer con la cabeza sino con las manos y con los pies y sobre todo con el corazón.

Amén.