Homilía para el Domingo Vigésimo Octavo
del ciclo litúrgico C

13 Octubre de 2013
Tema: Una mirada a la Iglesia y al Vaticano tras el buen primer semestre del Papa Francisco.
Ocasión: Un viaje a Roma a principios de Octubre de 2013.
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Fuente: Fotomontaje y pensamientos finales para este montaje:
Hirschberg, revista de la Alianza de la Nueva Alemania (Comunidad de hombres y mujeres católicos), Octubre 2013 (reflexiones de Martin Merz)
Establecer una vinculación entre los textos bíblicos de este domingo y lo que quisiera decirles a ustedes hoy, ni siquiera lo intento.
Se trata de una mirada a nuestra Iglesia y a su dirección – sobre todo al Vaticano.
Ya hace más de un año yo había elegido
con mi pequeño grupo este asunto para un viaje conjunto a Roma, que ha tenido lugar la semana pasada.
Por la elección del Papa Francisco en Marzo
de este año, el tema se convirtió además en actual
y manifiestamente palpitante.

Durante los cuatro días de nuestra estancia en Roma hemos pasado mucho tiempo en el Vaticano y sobre todo hemos mantenido amplios diálogos con personas, que viven y trabajan en este ámbito.
Una primera impresión en nuestros encuentros fue muy independiente de la nueva situación, que ha sobrevenido por el cambio papal.
Mucho más allá de nuestras expectativas, se nos hizo consciente esta primera impresión:
Esta Iglesia es fabulosa, ‘multicolor’, internacional y multicultural.
Sólo en este hecho se halla un enorme desafío para la dirección de la Iglesia.

Pero en nuestro viaje se trataba sobre todo de una cuestión:
¿Qué se mueve verdaderamente en el Vaticano desde que está el Papa Francisco?

Como muchos, llegamos con la sensación
de que este Papa practica ‘signos’, que dan esperanza.
Pero ¿esto se mueve ‘realmente’?
En Roma hemos aprendido como primera cosa:
Que ya los profetas bíblicos mediante signos y acciones pusieron al pueblo de Dios en movimiento,
del mismo modo también en el Vaticano
sólo los ‘signos’ ya han movido a una muchedumbre.

Como en el ‘pueblo llano’ católico de Alemania
también ha cambiado el ambiente, así ha sucedido como mínimo en parte de las instituciones vaticanas.
Por ejemplo, en el Secretariado de Estado hay voces que dicen:
De nuevo ahora hay alegría en trabajar aquí.
En el Consejo de Laicos se dice:
Sólo el hecho de que la mayoría de los jóvenes estén entusiasmados con el nuevo Papa y su estilo de comunicación,
aligera mucho nuestro trabajo,
porque hay mucho que hacer con los jóvenes
-no sólo en las jornadas mundiales de los jóvenes.

La alegría comunicativa de Francisco y su forma
de tratar a las personas parece también abrirse paso incluso en las endurecidas estructuras de comunicación del Vaticano.
El Papa se interesa por los colaboradores –también de niveles bajos- y ¿a quién no motivaría un interés tan personal?
Así Francisco entra en contacto con muchas personas de su entorno y de este modo también
una muchedumbre experimenta de lo que se trata a su alrededor.
Así recibe, parece claro, más informaciones ‘no filtradas’ de lo que hasta ahora era usual.
Así también puede, de forma muy realista y referida a la situación, exponer el Evangelio, cuando casi diariamente invita a grupos de colaboradores a la celebración de la Santa Misa en la capilla de
Santa Marta.

Y porque el Papa no sólo recoge informaciones sino que también las ‘almacena’ y utiliza y porque se deja aconsejar por gentes diferentes,
puede ponerse al corriente con bastante rapidez.
Así también puede encontrar cada vez más decisiones fundadas.
También se puede pensar, que no siempre provoca entusiasmo.
Pero como él viene ‘de fuera’,
tiene que tomar muy poco en consideración puntos de vista como
¡Pero esto fue siempre así!
¡Esto no se ha dado nunca!
O: ¿Dónde hemos ido a parar?

A propósito de consulta:
como antiguo provincial de los jesuitas, él conoce exactamente la organización de un ‘consultor’.
Es un fuerte organismo de consulta que a cada superior de la Compañía de Jesús se le pone al lado.
Este consultor no decide,
pero tiene que ser escuchado por el superior,
antes de que tome una decisión.
Y con este consultor el superior tiene que conversar sobre la situación, que necesita una decisión precisa o deseable.
Esta experiencia de consultor ha tenido padrino
cuando el Papa Francisco designó ocho cardenales de todo el mundo para su consejo personal
y cuando institucionalizó este gremio muy pronto.

También se da el ‘signo’ de la modestia y de la falta de exigencias, que hace creíble el mensaje de pobreza del Papa Francisco.
También este ‘signo’ se modifica mucho
también sin decretos.
Por ejemplo, a la larga podría conducir un ‘dignatario’ en el Vaticano un gran automóvil,
mientras que el Papa utiliza un Ford Focus o un pequeño Fiat.
Tampoco se pueden mantener a la larga grandes exigencias de servicio si se divulga que el Papa Francisco limpia él mismo sus zapatos.
En todo caso, en el Vaticano ya se ha divulgado;
y quizás llegue la noticia también a Limburg.

Ciertamente todo esto origina no sólo entre muchos alemanes católicos un patente eco positivo
sino también en Roma y en Vaticano.
¡Pero esto es sólo una cara de la moneda!
Por otra parte hay también tonos totalmente críticos.
Todavía la sorpresa es tan grande y tan nueva
que hasta ahora no se le critica
y tampoco se le ofrece resistencia.

Pero finalmente un jefe de cambio suscita
en todo empresa una cierta intranquilidad.
Cuando el todavía ‘nuevo’ mantiene un estilo de dirección tan diferente, como Francisco lo hace en comparación con Benedicto,   
esta intranquilidad es totalmente comprensible.
Se nos dijo. “Él cada día pone sobre la mesa una nueva idea,
aunque todavía nadie puede evaluar ¬¬el alcance y
las consecuencias de las ideas expuestas.
Pero algún día tendremos que poder trabajar de nuevo con tranquilidad!”

Todos saben o sospechan al menos que
a la corta o a la larga las reformas concretas son acometidas.   
Muchos incluso tienen el convencimiento de que son necesarias reformas.
Pero nadie sabe lo que a él se le puede ocurrir.
De este modo surgen los temores a los cambios.
Como en toda empresa, las reformas de las estructuras significan:
-  Se abandonan campos de acción:
-  se agregan nuevos;
-  probablemente se agrupan diferentes departamentos.
Y todo esto tiene consecuencias para la planificación existencial de cada uno:
-  ¿Conservaré mi puesto de trabajo?
-  ¿Podré continuar persiguiendo mi meta personal?
-  ¿Incluso quizás se termine mi carrera de forma abrupta?

En la Iglesia se trata además de cuestiones de fe muy fundamentales y del sentido y realización de la propia vida.
Ciertamente Francisco se presenta en su teología con un conservadurismo semejante al de su predecesor;
pero su praxis vital conduce esta teología a otra configuración de la fe sorprendente.
También en el Vaticano muchas personas experimentan este cambio como una forma de liberación;
sin embargo, otras ven en ello una puesta en cuestión alarmante de su propia acuñación
de la fe cristiana.

Una expresión visible de la fe católica se halla
en lugar importante en la liturgia.
Ciertamente no pocos católicos buscan en situaciones de personal inseguridad un apoyo seguro en las formas transmitidas y firmes
de la liturgia.
Finalmente muchos católicos todavía no han interiorizado después de cincuenta años las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II.
Y ahora, en Marzo de este año, el nuevo Papa elegido entró en la logia de la Iglesia de San Pedro ante la multitud expectante y se apartó de las ‘santas’ tradiciones de la liturgia, que también tienen su configuración para la elección papal, sencillamente las dejó de lado:
-  Ningún saludo litúrgico, sino uno muy profano: “Buenas noches!”.
-  Ninguna vestidura litúrgicamente festiva, sino el sencillo talar blanco del Papa. Alguien nos comentó incluso en el diálogo: “Se presentó verdaderamente ‘desnudo’ ante la Iglesia.”
-  Y, finalmente, no dio de forma autoconsciente con la autoridad de su nuevo cargo la bendición papal, sino que antes solicitó la oración y la bendición de los asistentes para sí mismo.

Ciertamente estos sencillos gestos provocan cada noche en muchos católicos cristianos admiración.
Pero hay también otros – no sólo del Vaticano –,
que ya vieron en este comienzo una falta de formas y una arbitrariedad.
En consecuencia, no pocos critican también hoy algunas formulaciones y modos de conducta del Papa.
Lo que unos – y la mayoría – ven como especialmente humano y afable,
otros lo consideran como un menosprecio de la dignidad al cargo papal.
En alemán y no por casualidad las palabras “estricto” y “temeroso tienen la misma raíz etimológica.
Y sabemos por la psicología que la superación de los temores necesita mucho tiempo y gran paciencia.
En cualquier parte y también en la Iglesia tenemos que tomarnos este tiempo y conseguir esta paciencia.

La mayor parte de ustedes conocen aquel famoso fresco del pintor italiano renacentista Giotto, que representa el sueño del Papa Inocencio III:
Francisco sostiene la basílica lateranense que se derrumba.
Un fotomontaje actual sitúa no sólo al actual Papa Francisco al lado de San Francisco de Asís sino también a muchos cristianos como ustedes y como yo.
 
¡Reconstruid mi Iglesia!
Uno solo no puede levantar y renovar la Iglesia.
Él puede motivar, quitar escombros, dar ejemplo, fortalecer la cohesión, acercarse a los otros…
¡Pero esto pueden y tienen que hacerlo muchos – también nosotros!
Sería estúpido,
poner la construcción de la Iglesia sobre
los hombros de una única persona y pensar que ésta ya lo organizará.
A todos nosotros y a muchos más se nos pide asumir conjuntamente responsabilidad en y para la Iglesia.
¡Y ciertamente esto corresponde al deseo de este Papa y de sus ideas sobe la Iglesia!
Lo que él mismo emprenderá – lo veremos.
Pero como mínimo es importante que nos preguntemos: ¿Qué hacemos nosotros?

Amén