Homilía para la Fiesta de la Presentación del Señor
(Purificación de María)
2 Febrero 2013
Lectura: Lc 2,22-40
Autor: P. Heribert Graab S.J.
La idea de la diferenciación entre ‘esperar’ y ‘estar esperanzado’ según “Pueblo de Dios” C 2/2013, Editorial Katholisches Bibelwerk.
“Fiesta del encuentro” se llama este día de fiesta
en la Iglesia oriental:
Cristo, el Señor,  - el propio Dios encuentra
a Su pueblo, que está representado en estos
dos ‘justos’ del pueblo-
en el anciano Simeón y en la profetisa Ana.
Pero ahora nosotros precisamente en este encuentro, que es válido en primer lugar para el pueblo especialmente elegido por Dios,
hemos levantado las fronteras:
¡El encuentro es ‘globalizado’!
Queda claro que la salvación de Dios rige para todos los pueblos y es una oferta para todos los seres humanos.
La gloria de Dios que se manifiesta para Su pueblo de Israel es, al mismo tiempo, “la luz que ilumina a los gentiles”.
Según esto, la Iglesia de Jesucristo fue desde
el principio la más antigua ‘globalizadora’.
¡Esto debiéramos tenerlo ante la vista en todo tiempo!
Pues hemos intentado, cuando hablamos de Iglesia,
tener sólo ante la vista las circunstancias alemanas o en todo caso las europeas.
E incluso ‘Roma’ es sobre todo a nuestros ojos
- pero también siempre en realidad -
un centro de la iglesia marcado predominantemente por Europa.
¡Aquí se halla una gran cantidad de provincialismo!
La Iglesia universal lo ha superado desde hace mucho tiempo y ya el anciano Simeón tuvo evidentemente un horizonte más amplio que la mayoría de nosotros y también más de un ‘romano’.

Todavía un segundo pensamiento nos sugiere el Evangelio de hoy:
¡Estos dos ancianos no ‘esperaban’ sencillamente su muerte!
¡Ellos estaban esperanzados!
Esperaban con esperanza la realización de las promesas de Dios,
la realización de Su salvación para ellos mismos y para toda la humanidad.
Ellos no añoraban el pasado o ‘tiempos mejores’.
Más bien su mirada estaba dirigida al futuro
de forma confiada y llena de tensión.
Estaban convencidos sin reserva:
¡Dios es fiel! ¡Él cumplirá Sus promesas!
Simeón resume este convencimiento de forma breve y concisa en la expresión “Luz, que ilumina a los paganos” y en Dios “gloria para Su pueblo de Israel”.

La luz y la gloria de Dios también se nos
ha manifestado a nosotros y se manifiesta por nosotros.
Esto lo hemos celebrado en abundancia desde
la primera semana de Adviento hasta la fiesta
de la Epifanía
Esto incluso lo han expresado los ‘no creyentes’
de forma muy natural con la abundancia de luces navideñas que había en el núcleo central
de nuestras ciudades.
Puede ser que desde hace mucho tiempo no todos sepan lo que hacen.
Pero también sin saberlo anuncian la esperanza y
el mensaje del anciano Simeón.
Esta expectación y esta esperanza les deseo otra vez hoy a ustedes y a todos nosotros.

Amén.