Homilía para el Quinto Domingo
del ciclo litúrgico C
6 Febrero 2022
Lectura: Is 6,1-2a.3-8
Evangelio: Lc 5,1-11
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Ambos textos de la Escritura de este domingo
ponen en evidencia el conocimiento humano
de sí mismo frente a la gloria de un Dios,
que llama a los seres humanos a Su servicio-
a pesar de toda su limitación y sus debilidades,
faltas y pecados:
Isaías confiesa: “Soy un hombre con labios impuros.”
Pedro confiesa: “Señor, apártate de mí porque soy un pecador.”

Naturalmente no es sólo cada uno en particular “pecador”.
Más bien esto es válido también para toda comunidad de seres humanos y también para toda sociedad humana – ¡incluso para el pueblo de Dios!
Isaías dice expresamente:
“Yo vivo en medio de un pueblo con labios impuros.”
Pero Jesús confía a Sus discípulos el fundamento de Su Iglesia –
Y uno de estos discípulos es Judas, que se convirtió  en Su traidor.
Expresamente Él llama a Pedro, que Le negará,
la “roca” sobre la que Él construirá Su Iglesia,
y añade incluso:
“los poderes del infierno no la vencerán.”
(Mt 16-18)

No debiéramos perder de vista ni siquiera olvidar estas declaraciones centrales de la Sagrada Escritura,
cuando nos sacuden actualmente fallos pecaminosos e incluso delictivos de la Iglesia de Jesucristo.
La Iglesia precisamente no es sólo “santa Iglesia”,
en el sentido en que actúa en ella el Espíritu de Dios;
¡La Iglesia es más bien totalmente humana,
y también demasiado humana e incluso inhumana
y fue así naturalmente en todas las épocas de su historia!

Pensemos, por ejemplo, en la quema de brujas de los primeros tiempos modernos
o también en todos los catastróficos inconvenientes de la Iglesia,
que motivaron a Martín Lutero con mucha razón
a exigir reformas fundamentales en la Iglesia,
y finalmente la condujeron a la Reforma y a la división, que Lutero verdaderamente no quería.

Aquí la pregunta es: ¿Quién y qué es la Iglesia de Jesucristo?
¡Ante todo la Iglesia no es sobre todo la institución Iglesia y el sistema que hay detrás!
La Iglesia es más bien y sobre todo la comunidad de todas las personas que confiesan a Jesucristo
y que están bautizadas en esta confesión.
Por tanto: ¡En primer lugar nosotros somos Iglesia!
Esta comunidad vive y se desarrolla en muchas pequeñas y grandes comunidades,
en innumerables y muy diferentes grupos, iniciativas,
en comunidades de vida, oración o trabajo,
también en asociaciones, confederaciones y
todas las concebibles manifestaciones de convivencia humana.

Por comunidad de la Iglesia distinguimos por regla general la “Institución Iglesia”
como organización visible de la Iglesia católica-romana con todas sus estructuras y niveles de organización,
así como todas sus correspondientes administraciones:
de la curia papal a los vicariatos generales episcopales u ordinariatos hasta todos los despachos parroquiales y otros organismos administrativos.
Finalmente necesita ya toda asociación de sellos
un modo de organización,
como mínimo una junta directiva y un tesorero.
Esto es válido naturalmente para una Iglesia universal.
Ya en el círculo de Jesús había un responsable
de la caja común:
Judas y parece que hubo con él ya irregularidades.
Cuando en la Iglesia algo es humano o también demasiado humano – sobre todo lo que fija la “institución Iglesia”.
Todo lo que se ha desarrollado a lo largo de la historia y ha sido concebido y realizado por seres humanos poco a poco.
De este modo necesariamente estructuras y administraciones también son –
mucho  de lo que en el transcurso del tiempo se ha producido,
desgraciadamente no tiene nada que ver con Jesús de Nazareth.
Y mucho de todo esto se ha convertido a lo largo del tiempo en algo tan firme como el hormigón, según el lema:
Lo que ya tiene cien años se ha convertido en tradición inalterable.

No sólo en Alemania son propensos a aparatos administrativos institucionales,
a desarrollar una burocracia, a hincharla y a independizarse.
Esto es válido de igual modo para la curia romana,
como para la curia, por tanto para el vicariato general en Colonia.
Aquí, por ejemplo, la Iglesia no difiere de la ciudad de Colonia:
Colonia es una ciudad multicolor, encantadora y viva;
pero el Ayuntamiento arrastra también sobre sí,
continuamente y a menudo una crítica fundada.

Naturalmente todos nosotros somos muy imperfectos y también personas pecadoras.
Naturalmente esto marca también a las comunidades y parroquias,
en las que intentamos ser Iglesia de Jesucristo.
También una parroquia vital tiene que orientarse
-como cada uno de nosotros en particular-
continuamente de nuevo hacia el Evangelio
y estar preparada para la “conversión”.

Pero cuando actualmente se habla de la necesidad de reforma de la Iglesia, entonces se refiere sobre todo a la “Institución” y a su dirección a todos los niveles;
entonces se trata del poder y del control del mismo en esta Institución,
del proceso de decisión y de su transparencia y
también de la independencia de jurisdicción.

En Alemania se intenta en el llamado “camino sinodal”, llevar a cabo reformas necesarias.
También el “sínodo mundial” iniciado por el Papa
debe empujar reformas universales  - y esto con la participación mayor posible de muchos católicos.
Que un proceso reformador así en una Iglesia universal necesite demasiado tiempo,
podría ser evidente.

Entretanto todos nosotros sufrimos el que esto suceda demasiado lento y que transcurra demasiado tiempo, que no tenemos en realidad.
Por tanto ¿qué hacer?

* Pienso que debiéramos, en primer lugar, 
no hacer coro con los distintos lamentos y críticas.
Hemos visto que la Iglesia es muy variada.
Por ello observemos que en cada lamento y en cada crítica mencionamos “caballo y jinete”
en lugar de hablar globalmente de la Iglesia.

* Después, en segundo lugar, interrogar con crítica constructiva:
¿De qué se trata concretamente?
¿Qué debiera cambiarse?
¿Son legítimas mis propias ideas del Evangelio?
En este punto ¿quién puede y tiene que cambiar algo?
Y sobre todo: ¿Cómo puedo colaborar de forma constructiva?

* Finalmente debiéramos, en tercer lugar, también cuando se trata actualmente de la Iglesia “mirarla con buenos ojos”,
no sólo de observar lo que fustigan los titulares de los periódicos,
sino también descubrir todas las buenas partes y actividades, que en todo caso constituyen la Iglesia
y que a la sombra de la crítica autorizada y necesaria, casi son invisibles.

Para terminar les quisiera proponer,
la foto “Rayos de luz rompen las oscuras nubes que se ciernen sobre la Iglesia” para contemplarla con tranquilidad y que les estimule a “buscar” en sus personales experiencias con la Iglesia todo lo que rompe las oscuras nubes.

Con gusto pueden ustedes esta foto y sus estímulos llevar consigo en la semana.

Rayos de luz rompen las oscuras nubes
        que se ciernen sobre la Iglesia

Por una parte ciertamente en estos tiempos muchas nubes oscuras oscurecen la imagen de la Iglesia-
no sólo a consecuencia del escándalo de los abusos sexuales; y, sin embargo, también hay continuamente rayos de esperanza:

 

Toménse ustedes un poco de tiempo y silencio
para la contemplación y meditación reflexiva
de esta foto…

A continuación yo quisiera pedirles que escribiesen todos los términos que expresen su experiencia personal con la Iglesia,
lo que ustedes recuerden como positivo y grato,
a pesar de la crítica fundada
- de la “Iglesia” en total…
- de su parroquia…
- de este o aquel funcionario eclesial – p.e. obispo, párroco…
o también de esta o aquella institución religiosa…
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