Homilía para el Primer Domingo de Adviento (A)
2 Diciembre 2007
Lecturas: Is 2,1-5 y Rom 13,11-14a
Evangelio: Mt 24,37-44
Autor: P. Heribert Graab S.J.
“Comprar a la luz de la luna” – uno de estos acontecimientos escenificados,
que debe animar a las personas a comprar.
Por consiguiente, el viernes por la noche estaba anunciado en Göttingen “comprar a la luz de la luna” – hasta las 23 h.
El centro de la ciudad estaba lleno de gente;
los comercios –en lo que yo pude abarcar con la vista – menos.

En el mercado de Navidad – también otro acontecimiento-
las personas se empujan en parte en alarmantes llenos.
Yo estuve allí en busca de “huellas de la fe”.
Lo que este mercado de Navidad tiene
que vender en Adviento o en Navidad
ya está colocado allí.
En esta noche yo he observado sobre todo a muchas personas.

En todos los establecimientos llenos, en parte incluso abarrotados,
encontré una atmósfera alegre y agradable.
En los rostros vi con frecuencia una sonrisa desacostumbrada.
Ninguna agitación, ningún ruido, pero mucha comunicación en grupos pequeños, relajadamente alegres.
Naturalmente no podía faltar el obligatorio vaso de vino caliente.
Había reuniones, encuentros.
Espontáneamente saludos cordiales,
cuando un antiguo conocido se añadía inesperadamente.

Búsqueda de huellas de la fe en el mercado de Navidad:
En más de uno descubrí una sonrisa,
una idea de lo que Dios se podía haber representado cuando creó al ser humano.

Todos estos numerosos encuentros, diálogos y alegres grupos que se comunicaban me llevaron a pensar en nuestro pesebre de Adviento,
cuya primera escena se halla este año bajo el tema “encuentro”.
Quizás en la afluencia de tantas personas al mercado de Navidad se esconde algo de lo que movió a María a emprender el largo camino por la montaña hacia Isabel.
(Yo quisiera invitarles estos días a leer con tranquilidad y a reflexionar,
sobre hacia donde lleva nuestra escena del pesebre con el tema “encuentro”)
Además también me pregunté continuamente en la noche del viernes lo que empuja a tantas personas
al mercado de Navidad.
¿El vino caliente?
¿Las luces y el impresionante ambiente?
¿El encuentro con los amigos?
¿O también una nostalgia no reflexionada
* de algo que sobrepase la vida diaria
* de algo que dé a la vida un cierto brillo
* o incluso quizás “sentido”?
Me pareció que había enteramente algo de la expectación de Adviento metido entre todo esto.

“Nostalgia”, “expectación” – son actitudes fundamentales de Adviento.
Éstas no tienen que ver tanto con románticos recuerdos de Navidad;
no están tan dirigidas hacia atrás,
a aquel nacimiento del verdadero Ser Humano,
entonces en el establo de Bethelem.

Nostalgia y expectación de Adviento
tienen mucho más que ver con el futuro,
con la cuestión de cómo me relaciono conmigo mismo
y con la humanidad en suma y con todo el cosmos.
Y ciertamente de ello se trata en las Lecturas de este primer día de Adviento.

Hermosísima y llena de esperanza es la primera Lectura del libro del Profeta Isaías:
Con el fondo histórico de un peligro,
amenazador de la vida,
por la gran potencia asiria,
hay que leer esta promesa de la peregrinación de los  pueblos hacia Sión.

Aquí está en primer lugar la consoladora visión de una paz que abarca todo el mundo.
Las imágenes de las espadas que se convierten en arados y de las lanzas que se convierten en podaderas,
despiertan también en nosotros, personas del siglo XXI, continuamente nueva esperanza:
Justamente la Unión soviética regaló a las Naciones Unidas aquella estatua de un herrero,
que vigorosamente separa rejas de arado de espadas.
Pero la misma imagen fue también el símbolo
del movimiento por la paz de los años 70 – 80.
La imagen es y continúa siendo un urgente llamamiento a nuestro pensar y actuar político, comenzado desde la base de nuestros gobiernos hasta la ONU, que sobre todo por la Iglesia recuerda continuamente el sentido de estas promesas.

Pero aquí está sobre todo la meta de la peregrinación de los pueblos en su significado fundamental – también hasta el día de hoy.
La meta de todos los pueblos es Sión como montaña de Dios,
como lugar de la adoración del único Dios para todos los seres humanos.
Y esto en una época en que cada pueblo adoraba a sus propios dioses
y también JAHWE era considerado “sólo”
como Dios del pueblo de Israel.

Este Texto es un justificante bíblico
para un importante pasaje de la nueva Encíclica del Papa Benedicto:
Habla de las muchas esperanzas,
que son importantes para las personas
y que les dan ánimo para vivir.
Pero después también dice:
Todas estas numerosas esperanzas finalmente
no son capaces de sostenerse
si falta la única esperanza universal:
* La esperanza en ese Dios que es el que sólo nos puede mostrar los caminos que dan sentido y que conducen a la meta de una vida plenificada;
* El sólo garante también hoy de los pueblos por la justicia y por la paz;
* El que sólo puede regalar aquel amor que permite a los hombres convertirse en seres humanos.

También la segunda Lectura de la Carta a los Romanos de Pablo
* es alegre mensaje de Navidad;
* expresa la realización de nuestra más profunda nostalgia;
* nos muestra la última causa de nuestra esperanza:

La “noche” responde al tiempo presente.
El “día” significa la aparición de Jesucristo.
Nosotros vivimos, en cierto modo,
en el “crepúsculo matutino”;
aún es “noche”;
pero ya se puede ver la luz.
Nuestro mundo con todas sus obscuridades
es portador de un carácter de provisionalidad.
Por ello debiéramos salvaguardar una realista distancia del mundo,
no organizándonos aquí, como si fuera para siempre.
Podemos estar ciertos de que el futuro de Dios ya ha despuntado en este mundo
y de que inevitablemente hallará su plenitud
cuando Cristo definitivamente “venga sobre los nubes del cielo”.

Éste es el epílogo del Evangelio de hoy.
Este Evangelio aprovecha imágenes apocalípticas de la época,
que también hoy nos podrían causar angustia.
Pero el propio Jesús no es ningún apocalíptico.
Él trata del alegre mensaje del amor universal del Padre.
Pero Él conoce lo quebradizo de este mundo aún no consumado.
Él sabe también de la urgencia y de la seriedad de la situación.
Nos exhorta a la vigilancia y
nos provoca hoy a una decisión definitivamente obligatoria
- por Dios y por Su futuro
- por Su Reino de paz y de justicia
- por Su mundo de luz y de amor.

Como conclusión, quisiera invitarles
a profundizar durante este tiempo de Adviento en estos pensamientos
mediante una lectura meditativa de la Encíclica
de esperanza de nuestro Papa.
Encontrarán este texto en nuestra página de Internet y dentro de poco en nuestro stand de escritos.

Amén.