Homilía para el Domingo Tercero de Adviento
del ciclo litúrgico C

13 Diciembre 2015
Lectura: So 3,14-18a y Flp 4,4-7
Evangelio: Lc 3,10-18
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Desgraciadamente sólo hay dos domingos en el ciclo litúrgico, que animen a un predicador espontáneamente y por decirlo de alguna manera,
‘por su propia cuenta’ a hablar expresamente sobre la alegría.
El domingo de hoy ‘Gaudete’ = alegraos y en Cuaresma el domingo ‘Laetare’= alégrate (Jerusalem).

Yo me pregunté: ¿Debo de nuevo elegir este tema, aunque en las Lecturas seguramente también haya otros términos dignos de reflexión?
En seguida me quedó claro:
¡Trataré de la alegría!
Hablamos de nuestra fe muy raramente desde la alegría.
Peor aún:
Apenas unimos la fe cristiana en primer lugar con la alegría.
Y esto aunque el fundamento de nuestra fe es el Evangelio-
¡el alegre mensaje de Jesucristo, que da alegría!
Y de verdad es conmovedor
que nuestra fe esté tan poco marcada por esta alegría.
Por eso tanto más las personas alejadas no llegan a la idea de que la fe cristiana sea una fe que produce alegría.

Los textos de la Escritura de este tercer domingo de Adviento nos indican con diferentes formulaciones
el único y auténtico motivo de nuestra fe:
* El profeta Sofonías dice:
“El Señor, tu Dios, se halla en tu centro;
Él trae la salvación.
Él se alegra y se llena de júbilo por ti,
Él renueva Su amor a ti.”
* Pablo dice:
“El Señor está cerca.
No os preocupéis por nada.”
Verdaderamente Juan Bautista no utiliza la palabra ‘alegría’.
Por el contrario, dirige nuestra mirada hacia el Juicio inminente.
Pero sobre todo habla de que se cumple la ansiosa espera mesiánica del pueblo,
por tanto, que el Ungido de Dios está cerca y
que Él nos “bautizará con Espíritu Santo y Fuego”.

Por tanto, éste es el verdadero mensaje que da alegría:
    ¡El propio Dios está cerca de nosotros con Su amor!
    ¡Sí, Él está ya incluso en nuestro centro!
    Él se alegra y se llena de júbilo por nosotros.
    ¡Él renueva Su amor a nosotros!
    ¡Él nos regala Su Espíritu Santo como Luz clara y Fuego que calienta para nuestra vida!

Ciertamente el motivo más profundo de nuestra alegría está en una estrecha conexión con motivos absolutamente de este lado, para alegrarse y llenarse de júbilo:
    En Sofonías se trata de la liberación de Jerusalem de amenazadores enemigos, que el Señor ha forzado a la conversión.
    Para Pablo es importante que los cristianos de Filipo transmitan a otros la alegría muy sencillamente por medio de su bondad,
que deben experimentar todas las personas.
    Y en el Evangelio Juan trata también de que:
“Quien tenga dos túnicas
dé una al que no tiene ninguna;
y quien tenga que comer, que comparta también.”
Por tanto, Juan expresa lo mismo que Pablo:
¡Que vuestra bondad sea conocida por todos!”
Y en el sentido de Jesús sólo se puede decir:
Por medio de vuestra bondad, multiplicad vuestra alegría.entre vuestros prójimos!

El viernes se lee en el Evangelio,
Jesús, el Hijo del Hombre, es amigo de publicanos y pecadores.
Expresado de otra forma: Jesús vive la misericordia de Dios.
Pero, al mismo tiempo, también se dice en el Evangelio:
Los malévolos decían de Él que era un “comedor y bebedor”.
El verdadero núcleo de esta reprimenda mal intencionada podría ser que Él sabía apreciar totalmente el comer y el beber.
No es por casualidad que Él hable continuamente del Reino de Dios con una imagen de un banquete o de una comida de bodas.

Tanto en su trato con publicanos y pecadores y en Su afecto por los pequeños, los débiles y los enfermos,
como en Su alegría en una comida festiva,
Él transmite el resplandor del Reino de Dios.

Todo esto nos puede animar
a mirar de forma más certera la realidad de nuestros días y a reconocer en todo
el crecimiento del Reino de Dios-
también en las cosas pequeñas
y con frecuencia a pesar del aspecto externo.
Probablemente quisiéramos hallar diariamente motivos para alegrarnos y en todas estas ‘pequeñas’ alegrías descubrir a al menos ansiar
la imponente alegría del Reino de Dios.
Por ejemplo, la contemplo con gusto en el rostro de una persona sonriente.
Una cara así no es sólo hermosa;
para mí refleja más bien la verdadera alegría
de la vida, la alegría para la que somos creados,
la alegría de Jesús,
la alegría del Reino de Dios que despunta en Él.

¡Vayan ustedes a uno de los muchos mercados de Navidad de Colonia!
Solos hay poca diversión;
Pero harán el descubrimiento:
Aquí se encuentran personas en pequeños y en grandes grupos.
Ríen y de “comunican” mutuamente.
Ciertamente este término no está por casualidad en el centro de nuestra fe: ‘comunión’.
Aquí se anticipa ya la comunidad del Reino de Dios.
¡Y esto también en un ambiente aparentemente secularizado!

Además este mundo no está tan secularizado:
En todo mercado navideño de Colonia encuentran ustedes un nacimiento,
que anuncia la historia del nacimiento de Jesús.
Aquí delante de la puerta de casa, en el nuevo mercado, hay incluso tres nacimientos.
Y como mínimo delante del más hermoso de ellos, el nacimiento con muchas figuras,
Muchísimas personas se detienen:
Las madres explican a sus hijos las imágenes y las figuras.
El mensaje de Navidad habla más a las personas en los mercados que en nuestras iglesias.
Por una parte esto me deja pensativo;
pero por otra parte es también un motivo de alegría.

En las muchas luces y sobre todo en el cielo estrellado sobre el mercado nuevo, los cristianos puntillosos ven sobre todo un mal uso de este antiguo símbolo navideño cristiano, un atractivo para el consumo y un negocio.
Yo veo en ello una expresión de la nostalgia humana de luz en medio de las obscuridades de este mundo.
También hablan estas cálidas luces de nostalgia de seguridad en nuestra sociedad individualizada y a menudo marcada por la soledad.
Luz y seguridad – ¡a fin  de cuentas no es otra cosa que la promesa alegre del Reino de Dios venidero!

¡Por favor, no echen ustedes pestes de los mercados de Navidad!
Alégrense más bien por os mensajes de alegría,
que comunican en medio de un mundo a menudo sin alegría.
Alégrense por los muchos símbolos y alusiones,
en los que hay que ansiar el núcleo del mensaje de Navidad y ¡permítanse a sí mismos este presentimiento del Reino de Dios!
“¡Alegraos en el Señor en todo tiempo!
Os digo de nuevo: ¡alegraos! Porque el Señor está cerca.”

Amén