Homilía para el Sexto Domingo de
Pascua
1 Mayo 2.005
Lectura: Hch 8,5-8.14-17
Evangelio: Jn 14,15-21;
Algunas sugerencias de la segunda parte de la homilía son de una homilía del Obispo Franz Kamphaus (Limburg).
“Tú eres más que un número.
Más que un factor de coste.
Tú tienes dignidad.
¡Muéstrala!”

Éste es el lema de este año de la
Confederación de Sindicatos alemana para el Primero de Mayo.
Éste es también en todo tiempo el lema de la Iglesia.

Bajo este lema está también el Evangelio
de Jesucristo
y toda la Sagrada Escritura.
Hoy no desearía entrar en detalles sobre la Lectura y el Evangelio
de este sexto Domingo de Pascua.
Sin embargo debo aclarar del todo
que el lema del Primero de Mayo se refleja también en este texto:
Tomen como ejemplo sólo los “prodigios” de Felipe,
que hizo en el seguimiento de Jesucristo y con Su fuerza,
y de los cuales se trata en los Hechos de los Apóstoles.
Son signos y prodigios de la amorosa inclinación
a los pobres y a los “posesos”,
a los paralíticos y a los mutilados.
Cada uno de estos prodigios es una confesión
de la dignidad de estas existencias marginadas.
Cada uno de estos prodigios los libera
para una vida con dignidad.
La idea de la “dignidad del ser humano” es
más antigua que el cristianismo.
Se remonta a la filosofía griega.
Sin embargo, lo que significa esta idea
es aún más antiguo:
Tiene sus raíces en la Tradición bíblica de los judíos.

La idea de la dignidad humana
hoy es al menos un bien común, que está cimentado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1.948,
en las Constituciones de la mayor parte de los Estados y en los numerosos convenios internacionales.
Todos ellos se adhieren a la dignidad del ser humano en lugar puesto de relieve y de forma solemne.
Si esta confesión está motivada también por cuestiones políticas
eso es otra cuestión muy distinta.

Ante una aceptación tan general de la idea de la dignidad humana
se hace la pregunta sobre su motivación.
Y ésta es respondida naturalmente de forma muy diferente en un mundo tan plural.
Dejemos la pregunta abierta sobre
cuáles de estas muchas motivaciones
son firmes.

De todas formas yo personalmente me declaro partidario
de que la motivación de la fe cristiana es total y
– de cualquier manera en el fundamento de la fe – insoslayable
y por ello tiene una firmeza sin fisuras.
Esto está resumido en la oración Colecta de la fiesta de Navidad:
“Oh Dios omnipotente,
que de modo admirable has creado al hombre en su dignidad
y de un modo más admirable todavía la restableciste.
Concédenos compartir la vida divina de tu Hijo,
que ha aceptado nuestra naturaleza humana.”.

Detrás de esta oración naturalmente está la fe veterotestamentaria de la Creación
y en suma de la imagen bíblica del ser humano.

En el primer relato de Creación se dice:
“Dios creó al ser humano a Su imagen;
a Su imagen los creó Dios.
Como hombre y mujer los creó.”

En el Salmo 8 se dice con total admiración:
“¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el hijo de Adám para que te cuides de él?
Apenas inferior a un dios lo hiciste,
coronándole de gloria y de esplendor.”

Y finalmente - como los seres humanos se habían hundido continuamente tanto en el pantano de la maldad y de la injusticia, que ya no podían salir por sus propias fuerzas, Dios mismo se hizo ser humano.
Ésta es nuestra fe.
En Jesucristo, prototipo de todo ser humano,
se manifestó la esencia y dignidad de toda una “imagen”.
Su mensaje liberador y Su Vida como ser humano
entre los seres humanos
es el manifiesto por antonomasia de la dignidad humana.

Su Muerte en Cruz y Su Resurrección
abren perspectivas del ser humano
más allá del sufrimiento y de la muerte –
* en la propia divinidad inigualada de Dios,
* en su eterna gloria.

Ya las motivaciones filosóficas de la dignidad humana
y tanto más la motivación de la fe cristiana
expresan que la igual dignidad de todo ser humano
corresponde a todo tiempo y a todas las circunstancias.

Aquí no hay ninguna diferencia en virtud del origen, sexo, posición social, grado de evolución o desarrollo personal.
Por antonomasia, la dignidad del hombre es en todas las circunstancias inviolable, imposible de perder e inalienable.
Los derechos humanos, que resultan de la dignidad humana no corresponden sólo a aquellos
que están en situación de exigirlos,
sino lo mismo a aquellos que, como socialmente débiles, enfermos o frágiles, no tienen voz.

Muchos dicen que no se dejaron ninguna norma positiva del principio general de la dignidad humana y que no se apartan de ninguna instrucción concreta de acción.
Pero ya la norma negativa del imperativo categórico de Kant
lleva consigo enteramente consecuencias prácticas:
El imperativo categórico prohíbe
tratar a la persona sólo como objeto,
como mero medio, mejor: utilizarla así.
Cuando esto– entre otras cosas – apaga la dignidad del ser humano,
entonces el sistema capitalista,
que degrada al ser humano como factor de producción
y por ello como factor de coste,
por principio se pone en cuestión.
Actualmente nosotros experimentamos, como el neocapitalismo hace retroceder paso a paso
los avances sociales de nuestro sistema económico ganados con esfuerzo –
sin ninguna consideración a las personas afectadas.
La progresiva globalización crea las condiciones previas.

Además la automatización progresiva y la sistematización de los procesos de fabricación
hacen que sobren cada vez más personas.
El paro y con él un amplio sentido de vacío en sus
vidas, las enferma, las empuja a la droga e
incluso a veces al suicidio.
Todo político, todo economista y también todo elector que no se esfuerce seria y eficazmente por una alternativa al capitalismo que menosprecia la dignidad humana,
desestima – tanto si lo quiere expresamente como si no – la dignidad humana.
Y quien de ellos se denomine cristiano,
traiciona su fe
y se convierte en Judas para Cristo mismo.

Naturalmente se trata en este contexto
y también hoy Primero de Mayo de Hartz IV.
Aquí hay que preguntarse por ejemplo
si es compatible con la dignidad humana y con la –según la ley fundamental – resultante de ella
“inviolabilidad de la vivienda”,
separar a alguien del “núcleo social”,
porque sólo allí los costes de alquiler se mueven
en el así llamado “margen aceptable”.

Después es un escándalo bajo el punto de vista de la dignidad humana,
que en Alemania tengan que vivir como “ilegales”
varios cientos de miles de personas.
El agradable slogan “ningún ser humano es ilegal”
de todos modos aquí está algo más cerca de la dignidad humana que la ampliación concreta de nuestra política exterior.

Cuando reflexionamos sobre la dignidad humana,
debiéramos dirigir nuestra mirada no sólo a aquellos regímenes dictatoriales,
que pisotean de forma manifiesta la dignidad humana.
Hay temas suficientes que plantean en nuestro propio entorno la cuestión de la dignidad humana.

Hay una enorme diferencia entre si uno recibe un hijo o si uno lo “produce”.
Los avances científicos en la genética harán posible ya pronto crear niños satisfaciendo los deseos de los padres o incluso las tendencias de la moda.
¡Esto va en contra de su dignidad!
Un ser humano es un “fiel retrato de Dios”.
Y esto le regala la libertad,
de ser él mismo y de llegar a ser siempre más.
La “fiel imagen de Dios” garantiza la libertad
de ser un original;
no una copia, no una calcomanía de los padres.
Dios garantiza la libertad.
Esto es digno del ser humano.

Otro tema está estrechamente relacionado con la pregunta sobre la dignidad humana:
La detección precoz prenatal.
Aquí parecen no saberse en absoluto las posibilidades de curación.
Sin embargo la tentación es grande,
no sólo de buscar los puntos flacos de un niño,
por consiguiente sus enfermedades,
sino a los débiles
y después matarlos.
Aquí hace algún tiempo me contó una señora de Göttingen,
que los médicos le habían comunicado
que esperaba un niño seriamente impedido.
Le aconsejaron urgentemente un aborto.
Después el niño vino al mundo muy sano.
¡Pero no es el error de los médicos lo verdaderamente escandaloso!
Es mucho más escandaloso la elección – antes se llamaba “selección” – entre niños “valiosos” y “no valiosos”.
Esta elección va contra la dignidad del ser humano.
¡El ser humano no sólo tiene “valor”, tiene dignidad!.
Y esta dignidad es regalo de Dios.
Y esta dignidad también y ciertamente es regalada a los seres humanos impedidos.
Dios garantiza esta dignidad -¡desde el principio!

También el tema de la investigación con los embriones de las células madre
sólo se puede discutir con la mirada puesta en la dignidad del ser humano desde el principio.
También aquí se refiere uno precipitadamente  a la “ética de la curación”.
Pero ¿qué hay que opinar de una curación que,
en primer lugar, se hace posible por medio de desgracia, de muertos?
Por causa de la curación ¿se puede pasar sobre cadáveres?
¡También esto está por debajo de la dignidad del ser humano!
Nosotros decimos que la dignidad del ser humano es inviolable.
Por eso también tenemos que decir continuamente en vista de los progresos científicos y de la ingenua confianza en el progreso:¡Hasta aquí y no más allá!

Concluyendo, echemos todavía una mirada al Evangelio de hoy.
Jesús nos promete un “apoyo”, el Espíritu de la verdad.
Este “Espíritu de la Verdad” es el “Espíritu del discernimiento”,
del discernimiento entre el bien y el mal,
del discernimiento entre lo humano y lo inhumano.
Jesús dice muy realistamente:
“el mundo” – tampoco el mundo de la economía capitalista,
tampoco el mundo de la ciencia moderna –
puede recibir este “Espíritu de la Verdad”,
porque está ciego, no Le ve y no Le conoce,
pero vosotros Le conocéis dice Jesús,
vosotros Le habéis recibido en le Bautismo
vosotros podéis abriros a Él siempre para lo nuevo –
¡y esto no sólo en Pentecostés!

Amén.