Homilía de Pentecostés
4 Junio 2006
Lectura: Hch 2,1-11
Autor: P. Heribert Graab
En estos días los periódicos están llenos de fútbol.
También las cabezas de muchas personas están llenas de lo mismo.
Sus agendas están día tras día repletas: fútbol.
¿Puede el fútbol llenar el corazón del ser humano?

* En el Antiguo Testamento se habla de ello, Dios ha “llenado con el Espíritu de la Sabiduría” (Ex 28,3) a las personas que había escogido para el servicio en el santuario.

* Incluso los artistas, que debían diseñar la tienda de Dios durante el paso por el desierto, estaban “llenos del Espíritu de Dios (mismo)”. (Ex 31,3)

* Para todo el pueblo de Dios rige la promesa:
“Yo os daré un corazón nuevo y os infundiré un Espíritu nuevo...
Infundiré mi Espíritu en vosotros que hará que sigáis mis leyes y observéis mis mandamientos y los cumpláis.” (Ez 36, 26 ss)

* El Profeta Miqueas dice de sí mismo:
“Estoy lleno del espíritu del Señor, lleno de celo por la justicia.” (Miq 3,8)

* De Juan el Bautista se dice en el Evangelio de Lucas:
“Ya en el seno de su madre estará lleno del Espíritu Santo.” (Lc 1,15)

* Isabel estaba llena del Espíritu Santo en su encuentro con María, cuando exclamó por este “entusiasmo”:
“Bendita eres tú entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre.” (Lc 1,42)
* También Zacarías que había dudado “sin Espíritu”,
en el nacimiento de Juan fue “lleno del Espíritu Santo y comenzó a profetizar” y a alabar a Dios:
“¡alabado sea el Señor, Dios de Israel!” (Lc 1,67 ss)

* Y, por supuesto, del propio Jesús se dice:
Estaba lleno del Espíritu Santo cuando se retiró a la soledad del desierto al comienzo de su vida pública. (Lc 4,1)

* Y cuando Sus discípulos volvieron llenos de alegría de su primera misión,
Jesús exclamó, lleno del Espíritu Santo, con total alegría:
“Yo te alabo, Padre del cielo y de la tierra,
porque Tú has ocultado todo esto a los sabios e inteligentes,
pero se lo has revelado a los insignificantes.
Sí, Padre, porque así te ha gustado.” (Lc 10,21)

* El relato de los Hechos de los Apóstoles sobre el acontecimiento de Pentecostés hace referencia a toda la comunidad de discípulos de Jesús reunida:
“Todos se llenaron del Espíritu Santo
y comenzaron a hablar en lenguas extrañas,
según les inspiraba el Espíritu.” (Hch 2,4)
Las gentes decían:
“Los oímos anunciar en nuestra lengua los grandes hechos de Dios.” (Hch 2,11)

* Poco más tarde se trata de Pedro,
que confesaba a Jesucristo valientemente
ante los jefes y ancianos del pueblo,
porque estaba lleno del Espíritu Santo. (Hch 4,8)

* Y otra vez se dice de toda la comunidad de discípulos:
“Todos estaban llenos del Espíritu Santo,
y anunciaban la Palabra de Dios con valentía.”
(Hch 4,31)

* Ya en las primeras comunidades de discípulos de Jesús también se dio ciertamente el egoísmo craso:
Ananías había mentido y engañado a la comunidad.
Tuvo que consentir que Pedro le preguntase:
“Ananías ¿por qué se ha llenado de Satanás tu corazón?” (Hch 5,3)

* Cuando la comunidad creció vigorosamente, necesitó diáconos para los servicios sociales.
La comunidad eligió como uno de los primeros a “Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo.” (Hch 6,5)

* Esteban fue apedreado pronto por los enemigos de la fe en Jesucristo:
“Pero él, lleno del Espíritu Santo, levantó los ojos al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús sentado a la derecha de Dios.” (Hch 7,55)

* Cuando Pablo, después del acontecimiento de Damasco, llegó ciego a la ciudad, un tal Ananías de la comunidad de allí le impuso las manos y dijo:
“Hermano Saulo, el Señor, el que se te apareció en el camino hacía aquí, me ha enviado a ti;
debes ver de nuevo y quedar lleno del Espíritu Santo.” (Hch 9,17)

* También Barnabas era, según el testimonio de los Hechos de los Apóstoles, “un hombre excelente, lleno de Espíritu Santo y de fe.”
Por eso, por su medio “se añadió al Señor un considerable número de personas.”(Hch 11,24)

* Incluso en tiempos de persecución, los discípulos relatan que estaban “llenos de alegría y llenos del Espíritu Santo”. (Hch 13,52)

El estar lleno del Espíritu Santo se extiende como un hilo rojo por toda la Sagrada Escritura:
* Esto es evidentemente algo muy distinto
a una agenda totalmente llena;
* algo muy diferente a la afirmación de tantas esquelas:
“su vida estuvo llena de trabajo”;
* algo muy diferente tanto más
a este actual estar lleno de fútbol.

El regalo del Espíritu de Dios es una fe viva,
que puede llenar la vida entera,
que da sentido y meta a la vida,
que llena el corazón con alegría,
con consolación también en horas difíciles,
con la fuerza y energía que permite dominar la vida.

El regalo del Espíritu de Dios es exactamente
aquello que tantos – sobre todo jóvenes ansían sin saberlo: orientación, realización, dicha y un fundamento sobre el que se pueda construir su vida.

El lenguaje popular dice:
“De lo que está lleno el corazón,
habla la boca.”
Ciertamente esto corresponde a la experiencia pentecostal:
Las discípulas y los discípulos de Jesús abren las puertas,
detrás de las cuales levantaron barricadas por su miedo.
Buscan comunicación con las personas de fuera
y les anuncian las hazañas de Dios.

Para nosotros, por el contrario, nuestra fe 
es más bien, “asunto privado”.
Estamos bautizados;
estamos confirmados
y, sin embargo, no dejamos al Espíritu Santo
acercarse a nosotros.
No nos dejamos llenar tanto por Él
que nuestra fe rebose,
que tengamos que comunicarla a las personas de este mundo secularizado.
Nos retiramos a la postura de
espectadores desinteresados,
cuando tendríamos que abrir la boca al discurso profético – concretamente al discurso profético social,
en todas partes donde se atropelle la dignidad del ser humano,
en todas partes donde se pisotee la justicia.

En Pentecostés se convirtieron
de espectadores inmóviles en actores,
como la Iglesia los necesita también hoy.
La Iglesia se construye siempre excesivamente
sobre “profesionales”.
Hoy, en Pentecostés, podríamos comprender nuevamente:
* ¡Todos nosotros somos Iglesia!
* ¡A todos nosotros nos es regalada la plenitud del Espíritu Santo!
* Todos nosotros estamos llamados a anunciar las hazañas de Dios.
* Todos nosotros estamos llamados a abrir el alegre mensaje para nuestros prójimos.
* Todos estamos llamados a desarrollar para ellos las posibilidades de una vida en plenitud.

Amén.