Homilía para el Tercer Domingo
de Pascua

22 Abril 2.007

Evangelio: Jn 21,1-14
Autor: P. Heribert Graab S.J.
“Nos es imposible callar lo que hemos visto y oído.”
Pedro sostuvo con estas palabras ante el Sanedrín el anuncio del mensaje pascual.
Este “nos es imposible callar” todo lo que ha sucedido en Pascua, parece mover también a los autores de la Sagrada Escritura:
En nuevas variaciones cuentan continuamente lo que han vivido y cómo el Resucitado los ha encontrado con frecuencia.

Aún también hoy celebramos Pascua,
celebramos el centro de nuestra fe,
celebramos aquel maravilloso acontecimiento
por el cual tampoco hoy la Iglesia de nuestros días puede callar.
Escuchamos continuamente todos estos magníficos relatos, que nos son familiares desde los días de nuestra infancia y también esta historia en el lago de Genesareth,
que nos ha transmitido el Evangelio de Juan.

Ésta es verdaderamente un aditamento al Evangelio.
Evidentemente los discípulos de Juan eran de la opinión de que todavía no se había contado suficientemente de estos acontecimientos pascuales.
Así que añadieron al Evangelio de su maestro aún nuevas historias, que conocieron por la tradición oral.

Este relato es tenido como una “verdadera” historia pascual, en la que se describe a Jesús como extraño y al mismo tiempo como conocido.
Refleja – como todos los demás relatos –
la experiencia pascual de la tensión relacional
entre el Jesús terreno y el Cristo resucitado,
que, sin embargo, son uno y el mismo.
Ofrece de nuevo, cuan sorprendidos están los discípulos por una noción del “ámbito divino”,
al que su Maestro pertenece como Resucitado.
No osaban preguntarle quién era.
Este miedo se produce por la confrontación
con lo numinoso, con el misterio de Dios.

Los discípulos de Juan enlazan como suplemento
del Evangelio probablemente dos tradiciones pascuales:
La escena de la pesca abundante
y la historia de la aparición en el lago.

En ningún caso sucedió esto arbitrariamente.
Ellos habían comprendido la teología de su maestro Juan.
El elemento copulativo de ambas historias
es la comida conjunta con pan y pez.
Podría ser que ya conocieran el significado del pez como símbolo de Cristo Resucitado:
Ikhthys – Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador.
Pero en todo caso les era consciente
que existe una conexión entre la comida de la comunidad de discípulos y el encuentro con el Resucitado;
y ellos habían comprendido que ya el famoso capítulo seis del Evangelio de Juan,
el discurso del Pan de Vida,
tiene una indisoluble referencia al acontecimiento pascual.

Esta conexión es para ellos –como para el mismo Juan –
importante a la vista de las comunidades cristianas de su tiempo, de la Iglesia naciente y por ello también para nosotros, que somos casi 2000 años más tarde Iglesia de Jesucristo:
En la celebración de la Cena del Señor, en la celebración de la Eucaristía nos encuentra hoy el Resucitado y
nosotros participamos en las experiencias pascuales de los discípulos de entonces.
En general la Iglesia juega un papel muy central en el texto del Evangelio de hoy.
Esto se nos descubre
si contemplamos el texto desde el ángulo visual de la exégesis alegórica.

La interpretación alegórica de los textos busca el sentido profundo de los materiales gráficos particulares del texto:

* Se enumeran, por ejemplo, siete discípulos
que en esta mañana salen de pesca.
Esto significa, según el simbolismo numérico de los judíos, “todos”,
la totalidad de aquellos que pertenecen a Jesús.
La comunidad total está junta en la barca.
Están en su vida diaria; pero lo hacen equivocadamente.
No siguen la misión de Jesús
de anunciar el alegre mensaje.
No pescan nada; el quehacer diario no tiene éxito.
Los sueños se deshicieron,
la esperanza se retiró del vivir diario,
que es duro y obscuro.
En verdad una imagen alegórica
para gran parte de la Iglesia de nuestros días
y ¡también para muchos de nosotros!

* Después se anuncia en el relato una nueva mañana.
Alegóricamente interpretado:
Se necesita un nuevo comienzo –
entonces para los discípulos, hoy para nosotros.

* Jesús invita a los discípulos a que echen de nuevo las redes al lado derecho de la barca.
Alegóricamente interpretado:
Jesús nos pide
que cambiemos la perspectiva,
comenzar nuestra misión como Iglesia
desde un lado muy diferente.

* Sí, y entonces a la vez la red está llena
con una cantidad enorme de peces.
Y la red no se rompe.
En la imagen de la red está aludida la Iglesia universal y también plural.
Esta interpretación está muy en la línea del Evangelio de Juan y contiene una reflexión
a la palabra de Jesús transmitida por Juan:
“Y Yo cuando sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia Mí” (Jn 12,32)

* Pero que esta red no se rompa
- a pesar de la abundancia y variedad de peces -
es una imagen que hace suyo un deseo central de Jesús
en Su discurso de despedida
- también transmitido por Juan :
Aquí se trata de la unidad de la Iglesia -
como también en la imagen de la red que no se rompe.

* Finalmente aún la imagen de las brasas:
Aquí se recuerdan referencias a la experiencia de Dios de Israel “en el fuego”.
Dios encontró a Moisés en la zarza ardiendo.
En la salida de Egipto, Dios antecedía a Su pueblo en la noche como columna de fuego,
para mostrar el camino, para dar orientación.
Por el fuego regala Dios a Su pueblo en el monte Horeb, el orden dador y conservador de vida.

Celebramos en estos días Pascua.
Celebramos incluso Pascua domingo tras domingo.
Celebramos la Eucaristía – la comida pascual.
Celebramos el encuentro con el Resucitado.
Celebramos el nuevo comienzo continuamente,
que es posible por el acontecimiento pascual –
para cada uno de nosotros,
para esta comunidad
y para la Iglesia universal de Jesucristo.

Amén.