Predigt Homilía para el Miércoles de
Ceniza 6 Febrero 2008 |
Evangelium: Mt 6, 1-6; 16-18 Autor: P.Heribert Graab S.J. |
La ceniza es un símbolo muy contundente del carácter efímero de lo humano: “¡Piensa que eres polvo y en polvo te convertirás!” Hoy, miércoles de ceniza, la Iglesia nos confronta con esta innegable realidad de nuestro carácter efímero. Segundo a segundo transcurre nuestra vida de forma irrecuperable, ningún segundo, ningún día, ningún año de nuestra vida podemos recuperarlo y comenzar de nuevo. Este conocimiento nos sitúa ante cuestiones muy existenciales, es decir, ante cuestiones que son decisivas para toda nuestra existencia, para nuestra vida: • ¿Sobre qué vivimos verdaderamente? • ¿Qué es verdaderamente importante en nuestra vida? • ¿De qué depende? • ¿Cómo colocamos nuestras prioridades? Con tales preguntas nos envía la Iglesia a recorrer nuestro camino de Cuaresma: ¿Dilapidamos nuestros años en bagatelas, en cosas de poca monta, en apariencias evidentes de la vida humana que en nuestra sociedad del bienestar tan importantes son? • ¿Cómo voy vestido? • ¿Qué coche conduzco? • ¿Puedo resplandecer con mi carrera? • ¿En qué círculos alterno? En el Evangelio de hoy se trata de estas superficialidades - en referencia a la dimensión religiosa de la vida -. Jesús confronta esto con el “lado interior” de la fe, de la vida, * Con el ejemplo de la verdadera justicia, * con el ejemplo de la limosna desinteresada, * con el ejemplo de un orar por amor de orar, * con el ejemplo de un ayuno, que libera para lo esencial. Cuando pensamos en el ayuno, se trata con frecuencia también para nosotros de algo evidente: Pensamos en la renuncia: Comer menos, fumar menos, ver menos la televisión... ¡Cuaresma bajo augurios negativos! Además nuestra palabra “ayuno” procede de “firme”, sujetar, ganar firmeza y apoyo. Por consiguiente, tiene mucho que ver con el inglés “fasten” = afianzar. Ayunar significa: llegar a lo esencial para encontrarse a sí mismo, para descubrir la propia verdad de la vida y caer en los autoengaños. Saber lo que importa y dar de nuevo más peso a lo decisivo, discernir lo central de lo periférico, no dispersarse y no perderse. Ciertamente esto puede significar también en algún caso aislado renunciar a un par de cosas. Y, sin embargo, ayunar no es ningún negocio perdido, sino un plus vigoroso, un beneficio personal. • El tiempo que gano para cuidar relaciones familiares y personales – un beneficio. • El sosiego interior, el abandono y el equilibrio que se despliega en mí – un beneficio. • El libro que leo en total sosiego – un beneficio. • Un nuevo acceso a la oración – un beneficio. • Un verdadero diálogo de nuevo – un beneficio. • Una nueva atención a los pobres y a los desamparados – un beneficio. • Una mirada agradecida y amorosa sobre mi propia vida – un beneficio. Naturalmente – haríamos bien en hacerlo durante todo el año. Pero según estamos hechos, tenemos que comenzar continuamente de nuevo. “¡Sé ser humano en lo esencial!” Para ello vienes a una vida plena -más allá de todo carácter efímero-. ¡Veamos esta Cuaresma como una posibilidad! ¡Aprovechémosla! Amén. |