Homilía para el Domingo Décimo Sexto del Ciclo Litúrgico “A”
17 Julio 2.005
Evangelio: Mt 13,24-43.
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Luz y sombra, trigo y cizaña
se hallan en todo ser humano:
 
* Evidentemente a causa de la vida en común de los seres humanos es necesario.
tanto en la esfera privada de cada uno en particular,
como en la vida social de unos con otros
observar reglas y conservar el “orden”.
En el transcurso de la historia de la humanidad
se ha convertido para todos nosotros –más o menos, de una forma o de otra- esta aspiración al orden en una segunda naturaleza por así decirlo.
Para algunos “amantes del bien, puros y justos”
el “amor al orden” cae no pocas veces en un fanatismo,
que busca marginar y finalmente eliminar
todo lo que no cabe en el propio esquema de orden.   Y entonces prolifera en ellos
            en medio del trigo la cizaña.
 
También está en la naturaleza del ser humano
que admire lo “grande”
y se sienta superior a lo “pequeño”
o incluso lo desprecie.
Lo grande nos infunde respeto.
Probablemente esto tiene también un fundamento
en la historia del desarrollo de la humanidad:
Ya para nuestros antepasados prehomínidos
era necesario para sobrevivir
tener en cuenta a los grandes y fuertes.
Pues ellos eran también por regla general los peligrosos.
De ahí resulta el deseo
de mostrarse a sí mismo superior, grande, fuerte.
O como mínimo de estar del lado de los grandes y poderosos.
Esto es válido también para nosotros en el día actual:
Esto es válido también para los niños en el Kindergarten
y tanto más para los jóvenes en la escuela.
Es válido igualmente para los adultos, p.e. en la profesión y tanto más en la política.
Finalmente esto es válido entre pueblos y alianzas.
 
Y cuando está casi automáticamente unido con
el que nosotros miremos hacia abajo desdeñosamente a los más insignificantes y a los más débiles o
p.e. incluso escalemos carreras sobre la espalda de los más insignificantes,
entonces se mezcla también aquí la cizaña entre el trigo.
 
En la primera parábola del Evangelio de hoy
Jesús nos niega rotundamente la capacidad para discernir justamente entre trigo y cizaña.
Desde hace mucho tiempo no todo,
lo que aparece a nuestros ojos como cizaña
lo es también a Sus ojos.
Y desde hace mucho tiempo no todo lo que
nosotros consideramos como molesto,
superfluo, enojoso o incluso malo,
lo es también según la medida de Dios.
Tropezamos ya con la inadecuada vestimenta de las personas,
que cultivan otro estilo de vida.
Generalmente tendemos
a que todo lo que es diferente a nosotros mismos,
todo lo que no comprendemos
y tanto más todo lo que nos arranca de la trayectoria de lo acostumbrado lo rehusamos para discriminar y separar,
como se arranca justamente la “cizaña” y
se elimina lo más posible.
 
En estos días oí a un mocoso de tres años decirle a su padre,
que no quería bailar al son que le tocase:
“¡Vete al cubo de la basura!”
cuando un niño de tres años dice esto nos reímos.
Y, sin embargo, debíamos quedarnos más que pensativos,
porque ya en este niño se expresa algo que asusta:
Un pensamiento que en su última consecuencia fue la raíz de todos los pogromes en la historia de la humanidad.
Por favor, fíjense en las campañas electorales,
muy especialmente en el lenguaje de los políticos
y si no hablan el lenguaje de lo inhumano,
y si y hasta qué punto ellos no hacen presente ya en sus discursos,
contra la advertencia de Jesús,
que lo que ellos declaran como “cizaña” lo arrancan en seguida.
 
Por lo demás, hasta la Iglesia de Jesucristo no es inmune
a igualarse a los siervos del Evangelio
muy precipitadamente y en virtud del propio juicio.
Naturalmente se trata siempre de que la Iglesia de Jesucristo permanezca –
en su enseñanza y en su praxis vital.
Pero esta Iglesia no fue nunca la Iglesia de los “puros”,
fue siempre una Iglesia de seres humanos con faltas y defectos.
Y esto lo tiene Jesús en cuenta en toda su vida
y expresamente también en esta parábola.
Queda claro con una mirada a la historia
cuántas veces Su Iglesia, para su propia perdición,
siempre de nuevo se ha apartado de la norma de Jesús:
El antijudaísmo como el pogrom cristiano,
las “Cruzadas” a Tierra Santa,
que fueron a menudo normalmente guerras de exterminio,
la quema del reformador Hus,
el juicio a Giordano Bruno o a Galileo Galilei,
el anatema contra Martín Lutero,
o también la cruel quema de brujas,
muestran con claridad meridiana a dónde lleva
el que los seres humanos se atrevan a arrancar
lo que consideran como cizaña.
Hoy la Iglesia, gracias a Dios, ya no tiene poder  para tal rigurosidad,
pero el intento de arrancar la cizaña, permanece.
Todavía hoy es aún visible el modo con que la Iglesia aquí y allá se lanza contra los “disidentes”.
 
Asimismo las parábolas siguientes del grano de mostaza y de la levadura son y se mantienen de rabiosa actualidad –
y,  por cierto, bajo diferente consideración:
En primer lugar todos nosotros tendemos
- también nosotros como cristianos –
a ponernos del lado de los grandes y poderosos
y al mismo tiempo a considerar inferiores
a los (aparentemente) débiles y pequeños.
Esta problemática tendencia también caracteriza
no sólo a la sociedad, en la que vivimos
y a cada uno de nosotros en particular
sino por desgracia y siempre de nuevo a la misma Iglesia.
También aquí un ejemplo de la más reciente historia:
El pacto de intenciones de muchos responsables de la Iglesia
y también de cristianos en particular con el “Tercer Reich”
y por otra parte la falta de respaldo por los cristianos en particular y por la Iglesia en general a muchos perseguidos y víctimas del régimen nazi.
 
Pero sobre todo también es de rabiosa actualidad
el ánimo con el que Jesús quiere fortalecer las espaldas de su discipulado
en vista de su situación minoritaria
y en vista de la marginación,
que también para ellos es inminente.
En el pequeño germen de poca apariencia
del Reino de Dios que despunta
se halla una enorme fuerza.
¡Y esta fuerza pertenece al futuro!
 
Este ánimo debíamos llevarlo también nosotros en el camino,
cuando salimos de Misa y
vamos de nuevo a nuestra vida diaria –
a una vida diaria, en la que también nosotros,
como cristianos actuales,
y aquí entre nosotros tanto más como cristianos católicos que cada vez más formamos una pequeña e insignificante minoría.
No tenemos ningún motivo para ocultarnos como cristianos –
ni siquiera en vista de las muchas partes obscuras de nuestra Iglesia,
de las cuales precisamente se trató.
Donde hay muchas sombras, también hay mucha luz.
Esto es válido sobre todo en nuestra Iglesia,
que no es sólo la Iglesia de los seres humanos con faltas,
sino también la Iglesia de los santos
y sobre todo la Iglesia de Jesucristo
y de Su alegre mensaje
del Reino de Dios venidero.
 
Amén.
 
Pogrom (del ruso “pogrom”):
Matanza de cierta clase de personas, realizada con la connivencia o, por desentendimiento de las autoridades; se aplicó originariamente a las matanzas de judíos en Rusia.