Homilía para el Domingo vigésimo primero del ciclo litúrgico (A)
24 Agosto 2008

Lectura: 22,19-23
Evangelio: Mt 16,13-20
Autor: P. Heribert Graab S.J.
¡Es continuamente sorprendente
cómo Dios se ha introducido de forma íntegra
y consecuente en la aventura de Su Encarnación!

Él no sólo se somete completamente
- a excepción del pecado –
a las limitaciones que la existencia humana
comporta en su íntima finitud.

Él todavía da un paso más:
Más allá de la muerte y resurrección de Jesús,
Él encomienda Su mensaje, Su misión y también la responsabilidad a todos aquellos,
que confían en Él, individuos humanos.

Y aquí está lo verdaderamente aventurero:
Estas personas no son sólo criaturas finitas y limitadas,
sino también en su debilidad
propensas al pecado y a la culpa.
Jesús sabe perfectamente donde se ha metido.
Precisamente con la vista puesta en Pedro, Él dice más tarde:
“Simón, Simón, mira que Satanás puede cribaros como trigo.” (Lc 22,31)
Uno de Sus amigos y colaboradores cae como paja en esta criba de “Satanás”:
Judas Iscariote, el que Le entrega a la Cruz.
Bajo la Cruz, sólo uno de Sus amigos,
toma partido por Él.
Todos los demás se arrugaron.
Y precisamente Pedro, la “roca”
además Le ha negado.
Todo esto está claro para Jesús desde un principio:
¡Él conoce el paño!

Y, sin embargo, es válida para Pedro la palabra de Jesús del Evangelio de hoy:
“Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia,
y las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella.”
Además Jesús también está aún en el contexto inmediato de la negación de Pedro:
“Pero Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca.
Y tú, cuando vuelvas,
confirma a tus hermanos” (Lc 22,32)
por consiguiente: Sé para ellos asidero como una roca en el oleaje.
Y el resucitado confirma esta misión aún otra vez
- de nuevo en la ojeada retrospectiva al punto débil de la negación:
“¡Apacienta a mis ovejas! ¡Apacienta a mis corderos!”

Naturalmente aquí resuena el discurso de Jesús del Buen Pastor:
“Las ovejas oyen su voz...
Le siguen porque conocen su voz...
El Buen Pastor da su vida por sus ovejas.
Pero el asalariado abandona a las ovejas y
huye cuando ve que viene el lobo.” (Jn 10,3-12)

En este discurso, Jesús habla de sí mismo como el Buen Pastor.
En el contexto total queda claro
que Jesús traspasa a Pedro Su propia misión de pastor
y esto aunque huye a la vista de la Cruz.

Puede ser cuestionable entre católicos y protestantes, si Jesús con el texto evangélico de hoy
ha transmitido el oficio de pastor y el poder de las llaves no sólo a Pedro personalmente,
sino también a todos Sus seguidores,
a través de los siglos y de los milenios de toda la historia de la Iglesia.
Ciertamente el Evangelio de Mateo nos transmite también la misión de envío del Resucitado:
“Id a todos los pueblos
y haced a todos los seres humanos discípulos míos. (Mt 28,19)

Esta misión de envío implica una visión de Jesús
de una gran comunidad de discípulos extendida
por el mundo.
De cuya unidad ya trató Él en su oración de despedida en la última Cena.
Supuesto esto naturalmente tendría que transmitirse también la función de roca y poder de las lleves a las generaciones siguientes.
También esto es la consecuencia lógica de la Encarnación:
Cuando ya se trata de dirección y “fortalecimiento de los hermanos”
(y de las hermanas, naturalmente) para la pequeña multitud de discípulos del principio,
¡cuanto más son obligatoriamente indispensables estos servicios después en una comunidad humana mucho más grande y finalmente universal!

Aquí Jesús podía sumar muy bien 1 y 1;
también Él podría calcular
- y verdaderamente sin una mirada visionaria
al futuro -
dónde conduciría esto
y dónde ha conducido también en la historia real de la Iglesia:
Junto a muchos verdaderos pastores, incluso santos, hubo en todos los estamentos desde párrocos hasta el Obispo de Roma,
continuamente también fracasados e incluso criminales:
abuso del cargo de pastor en todas las variaciones posibles.
En lugar de ser “roca en el oleaje”,
son hasta el día de hoy “malos pastores” para no pocos creyentes, siendo motivo del abandono de la Iglesia.

Cuando consideramos la Encarnación de Dios
de este modo,
hasta en sus últimas consecuencias,
nos abrimos a la valiente aventura –expresado humanamente- en que Dios ha entrado.

Tanto más importante es para nosotros
confiar con Jesús, en que la actuación del Espíritu de Dios crea  el contrapeso necesario.
Se dice que “Dios también escribe derecho en renglones torcidos.”
En esta sabiduría se halla la clave
para una adecuada comprensión de la Iglesia.
La Iglesia no es de ningún modo
sólo una institución humana
con todas las debilidades y escándalos,
que una institución así necesariamente tiene.
Es, sobre todo, un regalo de Dios a la humanidad.
La fidelidad de Dios está inquebrantablemente en este regalo.
Sólo Él es el que garantiza la promesa de Jesús:
incluso “los poderes del infierno no vencerán a mi Iglesia”.

En esta promesa se halla el verdadero mensaje alegre del Evangelio de hoy
contra toda frustración
por la Iglesia realmente existente.

Más allá de la alegría resultante
yo nos deseo a todos algo del valor y del abandono de Jesús en las relaciones concretas con personas limitadas
también en la Iglesia y en las “posiciones clave” de ella.
Jesús mismo acepta a tales personas
sin bagatelizar sus faltas y debilidades.
Nosotros Le debiéramos imitar:
Aceptar también las figuras clave que nos enfadan
y, al mismo tiempo, ejercitar como cristianos mayores de edad crítica constructiva.
Por ello hay en el famoso capítulo 18 del Evangelio de Mateo, que se denomina la “regla comunitaria”                          
estímulos ayudadores y siempre dignos de leerse.

En la Iglesia, dado el caso, habría que enviar algún funcionario “al desierto”,
como describe la lectura de Isaías.
Ya que en esta Lectura es Dios mismo el que da este paso, sería aconsejable a la Iglesia dar un paso así en la oración y bajo la consideración de las reglas de discernimiento de espíritus.
Hace algún tiempo, gracias a Dios, la Iglesia ya está más preparada para no ocultar los casos de abuso de sacerdotes.
Un proceso así de autodepuración sería seguramente también aconsejable en otras formas de fallos en la misión y en el caso aislado también del más alto nivel.
A veces se puede tener la impresión de que los que deciden son ciegos de uno u otro ojo.

Finalmente se debe recordar,
que todos nosotros por medio del Bautismo y de la Confirmación somos ungidos como “sacerdotes, reyes y profetas”.
En esto es válido el envío de Jesús,
de ser “roca” y de fortalecer a las hermanas y hermanos, a nuestro modo ¡también nosotros!

En primer lugar puede sonar curioso:
Esta misión es válida también para párrocos, obispos  e incluso para el Papa y su curia.
Allí también trabajan y viven personas,
que necesitan un apoyo en la Iglesia
y no pueden prescindir del fortalecimiento en la fe.
Desgraciadamente ahora hay la mala costumbre en la Iglesia de que frecuentemente sólo va a parar irritación y crítica a las mesas de despacho de los directivos.
Pero esto ciertamente puede deprimir a la larga a las personas y frustrarlas, en lugar de fortalecerlas en la fe.
Por consiguiente ¿por qué no escribimos y decimos también lo positivo, lo logrado, lo grato?
Todo párroco y también los obispos y el Papa
con sus colaboradoras y colaboradores
estarán agradecidos por ello.

Por consiguiente, vean ustedes de nuevo:
Estos Evangelios “antiguos”, que tan a menudo hemos escuchado
siguen siendo de rabiosa actualidad.

Amén