Homilía para el Domingo Noveno
del ciclo litúrgico (A)
1 Junio 2008
Lectura: Dt 11,18.26-28,32
Evangelio: Mt 7,21-27
Autor: P. Heribert Graab S.J.
“¡Construido sobre la arena!”

A veces no se puede uno defender de la impresión
de que nuestra sociedad se construye preferentemente sobre la arena.

* Todos los ministros de trabajo y de asuntos sociales han jurado en un pasado cercano:
“Podemos fiarnos de nuestras pensiones”.
Pero, quien verdaderamente se ha fiado,
se encuentra ahora abandonado.
La evolución demográfica y el paro de larga duración
no fueron calculados.
“¡Construido sobre la arena!”

* Todo nuestro sistema social se considera como le mejor del mundo.
Pero cuando el comunismo fue “vencido”,
el capitalismo celebró su alegre resurrección.
El abismo entre rico y pobre
se abrió cada vez más.
Los informes actuales de pobreza y riqueza
fomentan el susto día a día.
En último término Hartz IV lo dejó superclaro:
“¡Construido sobre la arena!”

* Los economistas estaban convencidos
de forma “inquebrantable”,
a diferencia de los años veinte del siglo XX,
de que una crisis económica y financiera hoy era dominable.
Pero ciertamente tenemos los pelos de punta todavía
ante un colapso mundial de los mercados financieros:
“¡Construido sobre la arena!”

* Durante largo tiempo hemos construido toda nuestra política energética sobre la fuerza atómica.
Muchos lo hacen todavía hoy, aunque una deposición atómica final segura todavía no está a la vista.
“¡Construido sobre la arena!”

* También una seguridad mundial
tranquilizaba irrefutablemente para
la disuasión atómica.
Hoy tememos no sin motivo,
que también los terroristas puedan llegar
a la posesión de armas atómicas o incluso las tengan ya.
“¡Construido sobre la arena!”

* ¡Incluso en la Iglesia se construye sobre arena!
Falta la nueva generación de sacerdotes;
El sistema de contribución eclesial se ha hecho quebradizo.
Una reforma estructural releva a otra.
El valor del tiempo medio de tales reformas se declara insignificante.
Posiblemente también las actuales reformas forzosas, que se realizan en la mayor parte de las diócesis alemanas, están cortadas por el mismo patrón,
“¡Construido sobre la arena!”

En cierto modo, podemos remitir fácilmente al Evangelio de hoy para la crítica social y política:
“Quien oye las palabras de Jesús y no las pone en práctica, será como el hombre insensato,
que construyó su casa sobre la arena.
Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó
y fue grande su ruina.”
Pero, ¿cómo le va a la Iglesia
por ejemplo a la Iglesia en Alemania o también a la Iglesia en Göttingen o aquí en St. Michael?
Tampoco podemos decir:
“Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en Tu nombre?
¿No hemos expulsado demonios en Tu nombre?
Y ¿no hemos realizado muchos milagros en Tu nombre?

¡En verdad! ¡Esto es cierto!
La Iglesia no ha ahorrado crítica profética.
Ha llamado por su nombre, como mínimo, a los demonios de esta época.
Y también hemos realizado “milagros”
no sólo porque la Iglesia alemana
fue rica e incluso lo sea todavía.

Sin embargo, tenemos que temer oír de la boca de Jesús:
“No os conozco.
Apartaos de Mí, vosotros infractores de la Ley.”
 
Con gusto, añado que no soy “más listo”
o “más cristiano” que esta parroquia o esta Iglesia, de la cual soy miembro.
Yo me pregunto a mí mismo en estos días previos
a mi despedida de Göttingen,
si mucho de lo que hemos alcanzado en estos veinte años - observado de una forma puramente externa -
no está
“¡construido sobre la arena!”

¿En honor de quién he hecho o hemos hecho todo lo que hemos emprendido:
¿En nuestro propio honor o en el de la verdadera Iglesia de Jesucristo?

Verdaderamente ¿fue la Palabra de Dios,
fue verdaderamente Su sabiduría
“escrita en nuestro corazón y en nuestra alma”?
O posiblemente ¿fue más importante para nosotros
el resultado y el éxito o también la competencia de nuestro tiempo?
Quizás ¿hemos actuado más según las leyes humanas,
según las obligaciones corrientes
y según la razón humana?

Estas preguntas no las debíamos eludir todos juntos
cuando, por ejemplo, el 15 de Junio se haga balance
y seguramente también se digan palabras de alabanza
y cuando todos nosotros caigamos en la tentación
de calentarnos al sol de tales palabras.

Amén.