Homilía para el Domingo Undécimo del ciclo litúrgico (A)
Homilía de despedida de St. Michael
15 Junio 2008

Evangelio: Mt 9,36-10,8
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Después de 22 años, comienzo hoy sencillamente:
“Mi querida Parroquia”.

Como tan a menudo en todos estos años
parto, en primer lugar, del Evangelio de hoy:
Aquí se trata de muchas personas
que están cansadas y extenuadas -
como ovejas que no tienen pastor.
Y después Jesús constata en su época:
“La cosecha es grande, pero los trabajadores son pocos.”

Ante la situación actual de nuestra sociedad,
en la Iglesia alemana y también a la vista de nuestra ciudad,
parece que la observación de Jesús
como también Su constatación son de gran actualidad.

Cuando echo una mirada retrospectiva pienso:
Nosotros nos hemos esforzado conjuntamente
con seriedad y de forma perceptible en meternos en esta situación.
Cada vez más hemos puesto ante la vista la progresiva secularización de esta ciudad y también los desafíos internos de la Iglesia hoy.

Podemos mirar hacia atrás sin arrogancia,
pero con alegría y gratitud.
porque muchas personas de una forma co-responsable estuvieron y están comprometidas
y sobre todo porque la bendición de Dios estuvo
sobre estos años,
Pero sobre todo estoy feliz personalmente y agradecido
por el gran número de colaboradoras y colaboradores,
que el Señor ha enviado para su cosecha,
y por la disposición con la que tantos han seguido
Su misión -
según el lema del Evangelio:
“Dad gratis, lo que gratis habéis recibido.”

En verdad, es oportuno,
comenzar este día de despedida
con la celebración de la Eucaristía, que significa:
“Acción de gracias”.
¡Gracias a ÉL!
¡Gracias a vosotros!

Permitidme hoy una ojeada retrospectiva
sobre lo que fue importante para mí en todos estos años
cuando anunciaba el mensaje de la Sagrada Escritura
y cuando intentaba continuamente de nuevo comprender e interpretar este mensaje para nosotros hoy.

1. Fue importante para mí poner de relieve
que este mensaje es un mensaje que produce alegría, que da felicidad y que entusiasma.
Nosotros nos alejamos de Jesucristo y de Su Evangelio
cuando nos abandonamos muy frecuentemente a un sentimiento básico depresivo y frustrante.
Nos alejamos de Jesucristo y de Su Evangelio
cuando nos unimos a las numerosas lamentaciones
que hoy se entonan en todas partes en la sociedad
y, por desgracia, también en la Iglesia.

2. Ciertamente es importante de forma individual o también en grupo leer la Biblia “piadosamente”
e investigar lo que sus textos provocan en nosotros
personalmente, en nuestro corazón.

Pero en una ciudad universitaria no es menos importante contemplar estos textos bíblicos
con los ojos de la razón crítica
no para reducir ni acortar de ningún modo su mensaje,
sino muy al contrario para sacar a la luz los tesoros
de este mensaje para nosotros hoy.
Tampoco después de 2000 años han estado verdaderamente elevados durante mucho tiempo.

Comprendemos este mensaje algo mejor
y extraemos aspectos muy nuevos para el día a día
cuando nos familiarizamos con los resultados
de la moderna exégesis
y cuando no miramos como incompatibles con nosotros,
por ejemplo también a los literatos, naturalistas y sociólogos
para cuestionar una mejor comprensión de la revelación,
según sus conocimientos y según su comprensión.

Ciertamente en los últimos años me he dejado guiar con frecuencia en mis homilías por tales reflexiones.

3. Muy al comienzo de mis años en Göttingen estuvieron en primer plano para mí – más que hoy –
los temas políticos.
Incluso fue para mi sumamente cautivador descubrir
cómo se vinculan y se entretejen indisolublemente
en la Biblia las cuestiones de fe y de configuración política de la sociedad.

Al principio más de uno abandonó la Misa
sin comprender nada o enfadado,
sobre todo porque yo entonces a menudo interpretaba
concretamente textos bíblicos en situaciones
y también en personas de la vida política actual.
Esto puede haber sido osado en casos aislados.
Sin embargo, hoy soy también de la opinión
de que la parte política y económica del periódico
tenemos que leerla con las gafas de la Sagrada Escritura
y tenemos que sacar también consecuencias
para lo que decimos y hacemos.

Especialmente es y sigue siendo importante para mí
que nuestra fe no sea un asunto privado;
que tenga que actuar más bien de una forma públicamente visible y transformante en la economía y en la política y, en general, en la sociedad.

4. En estrecha unión con esta temática política
está la dimensión social de nuestra fe en sentido estricto.
Tan importante e irrenunciable es la caridad cristiana,
tan importante e irrenunciable es ante todo la política social cristiana,
de la cual todos nosotros somos co-responsables.
Naturalmente en mis homilías se trata del amor al prójimo.
Muchos recordarán que yo he hecho continuamente
un triángulo equilátero jugando con mis dedos
para dejar muy claro:
Amor a Dios, amor al prójimo y amor a sí mismo
tienen que estar equilibrados,
forman una unidad indisoluble,
tanto que uno sin los otros dos es imposible.

No sólo en las celebraciones matrimoniales –
sino continuamente he puesto de relieve
que el amor no es en primer lugar un sentimiento.
El amor significa decir Sí al otro;
y el amor además tiene que tener manos y pies:
¡El amor es una palabra activa!

¡No sólo en el ámbito privado!
Amor y, sobre todo, amor al prójimo tiene
- como toda nuestra fe -
una dimensión política:
No es suficiente ofrecer un comedor de caridad
o ayudar en su necesidad a los refugiados
si no nos esforzamos al mismo tiempo
en abordar las raíces políticas.

5. No sólo en este contexto es y sigue siendo importante para mí un pensamiento que abarque la totalidad:
En un mundo que cada vez se especializa más
y a la vista de una ciencia moderna,
marcada por definición por la especialización,
es irrenunciable la reflexión retrospectiva del modo de contemplación total
de la Sagrada Escritura con la mirada en las personas y en su mundo.

Nosotros como cristianos tenemos que superar el dualismo cuerpo-alma,
aunque o precisamente porque la Iglesia no es inocente de esto.
Del mismo modo se trata de superar la separación de caridad y política social.
Pienso también que en  la ciencia se trata de compaginar de nuevo las muchas ciencias individuales especializadas
y una filosofía y teología que piensa de forma abarcante de todo.

Finalmente de forma muy práctica:
También la diferencia entre domingo y día de trabajo
es una herejía, cuando en ello se está significando:
El domingo soy cristiano,
el día de trabajo soy forzosamente un esclavo de las cosas.
Evidentemente se ha hecho usual el afán de nivelar
el domingo y el día de trabajo al servicio de los ídolos
del consumo,
siendo esto más que una herejía, pura incredulidad e impiedad.

6. En las homilías de todos estos años y mensualmente en Internet he recurrido constantemente a imágenes y símbolos
y he invitado a contemplar y a meditar estos símbolos.
No por casualidad Jesús mismo se sirve – y la Biblia en general – de tantas imágenes para el anuncio del mensaje de Dios.
Imágenes, símbolos y parábolas hablan no sólo
a nuestro entendimiento.
Se dirigen de igual modo a nuestros sentidos y emociones.
Son expresión de una mirada completa sobre la realidad
y nos abren a dimensiones de la realidad,
que permanecen cerradas sólo al intelecto analítico.
Imágenes y símbolos nos ayudan a comprender algo de aquella totalidad y unidad de la creación de Dios,
que – aún cuando como en un espejo roto – 
se refleja la unidad y totalidad del Creador mismo.

Imágenes y símbolos son completamente “católicos”.
Ellos ponen sobre el tapete el misterio de los Sacramentos de nuestra Iglesia -
una Iglesia que ella misma se comprende como “Sacramento primordial”.

Por favor, disculpen este resumen algo detallado
de los 22 años de anuncio.
Esto ya casi suena como un “testamento”.
Pero testamento para acá, testamento para allá,
yo desearía regalarles esta visión de conjunto
como despedida.
Por eso, la encontrarán –como tan a menudo –
en Internet y hoy también, como expresión de ello,
en el stand de escritos.

Ocasionalmente ustedes pueden mirarla de nuevo,
pero naturalmente también pueden olvidarlo todo.
Pues sólo una cosa es verdaderamente importante:
Hacer todo lo posible por leer diariamente la Sagrada Escritura,
como el libro más actual y a fin de cuentas sólo el
único irrenunciable.
De él se puede vivir y llegar a ser verdaderamente persona.
Amén.