Homilía para el Domingo Trigésimo Ciclo (A)
Lectura: Ex 22,20-26
Evangelio: Mt 22,34-40
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Esta ‘homilía’ se compone de seis impulsos para reflexionar y meditar. Por tanto, después de cada impulso sigue un breve silencio.
“No explotes ni oprimas al extranjero, porque vosotros también fuisteis extranjeros en Egipto.”

1. Sobre el tema de los “extranjeros” recordemos en primer lugar a los emigrantes y a los refugiados.
Aunque nosotros quizás no los ‘oprimamos’,
los tratamos de forma inhumana de múltiples modos:
•    impermeabilizamos las fronteras de Europa;
•    permitimos que sean agredidos por ganchos hasta hacerse sangre;
•    contemplamos como se ahogan a miles en el Mar Mediterráneo;
•    sabemos cómo vegetan en enormes campos de refugiados en el Próximo Oriente y en África;
•    pero no queremos saber nada en absoluto de esto;
a los que consiguen llegar hasta nosotros
los colocamos de forma precaria,
se sostienen con el mínimo existencial para vivir,
les prohibimos trabajar y los echamos de nuevo en cuanto es posible.

El recuerdo colectivo del pueblo judío nunca olvidó el trauma de la vida de opresión en Egipto y todavía hoy repercute este recuerdo
- y el recuerdo de innumerables pogromes de todos los tiempos-
hasta en la política del Estado de Israel.

¿En qué nos concierne todo esto a nosotros?
Y ¿en qué medida nosotros –directa o indirectamente- sacamos provecho de ello?

2. Pero cuando la Lectura ahora dice que no debemos explotar al extranjero, entonces actualmente se trata de aquel ‘trabajador extranjero’ que nosotros lo hemos señalado mucho tiempo como tal.
Todavía hay hoy ‘trabajadores extranjeros’-
•    sobre todo como mano de obra barata (con frecuencia ilegal), que a menudo son contratados mediante subcontratantes en Oriente;
•    mujeres de Oriente o también p.e. de India son explotadas entre nosotros como mano de obra barata en la asistencia, en hospitales o en las labores domésticas:
•    nosotros mismos contribuimos de forma activa a la explotación de personas cuando en la compra, sobre todo de ropa sólo nos preocupamos de que el precio sea lo más bajo posible, sin preguntar dónde y en qué condiciones fue producida esta mercancía.
•    La peor explotación de ‘trabajadoras extranjeras’ sucede en la prostitución.
Todos nosotros sabemos esto, pero nos deja fríos.
En todo caso ¡nos aprovechamos directa o indirectamente de ellos!

Después se continúa diciendo:
“¡No debéis explotar a ninguna viuda o huérfano!”
También aquí tenemos que comprender de forma actual la palabra ‘explotar’ en un sentido más amplio:
Hoy pienso en los ancianos que están solos y también en las madres solteras.
Ambos grupos de personas figuran, en su gran mayoría, muy abajo en la escala de pobreza.
Para ambos grupos es válido afirmar que:
No pertenecen a las personas que producen rendimiento en nuestra sociedad.
Pero entre nosotros el rendimiento determina la estimación social y también la seguridad económica de las personas.
Y de nuevo la pregunta:
¿Qué tiene que ver esto con nosotros?
¿Hasta qué punto nos marca a nosotros y nuestra conducta el pensamiento latente que hay detrás?
Incluso en las comunidades católicas hay, por ejemplo, círculos de familia, que están cerrados a las madres o padres solteros con sus hijos.
¿Quién de nosotros hace algo contra la amenazante soledad de muchos ancianos que están solos?

4. Crédito y prendas empeñadas son los próximos temas de nuestra Lectura:
Cuando paso por delante de una casa de empeño
se me impone la pregunta sobre las personas que hacen (o tienen que hacer) uso de sus servicios,
y la pregunta sobre las situaciones y destinos que hay detrás.
Naturalmente también sé que muchas personas visitan los lugares de asesoramiento, por ejemplo,
de Cáritas.
Y también leo en los periódicos informes y comentarios sobre las problemáticas operaciones bancarias, sobre los grandes obstáculos en la concesión de créditos y sobre ganancias exorbitantes.

¿Cómo manejo todos estos datos? ¿Cómo los manejan ustedes?

5. El texto de la Lectura está tomado de las prescripciones legales que Dios dio al pueblo de Israel en el Sinaí.
Por tanto, este texto es según nuestra opinión verdaderamente un texto jurídico.
¡Ahora comparen ustedes este texto con los textos jurídicos actuales!
Me llama la atención la enorme sensibilidad de este texto.
Por ejemplo, escuchen otra vez estos dos versículos:
“No explotes a la viuda y al huérfano porque clamarán a mí y Yo escucharé su clamor.
Mi cólera se encenderá…”

Después Dios se muestra como un ‘Cuidador’ cálido y paternal con los seres humanos que sólo poseen lo que llevan encima, por ejemplo, el abrigo, que tienen que usar como manta para no helarse.
Dios confiesa expresamente su compasión con los pobres y débiles.
Y ciertamente esta compasión y un amor activo espera de nosotros, ya que nos ha creado a Su imagen y semejanza.

6. En el fondo de esta conmovedora Lectura, el mandamiento del amor de Jesús se convierte en la instrucción de manejo concreta.
Probablemente conocemos este mandamiento del amor demasiado bien,
pero no lo conocemos en general tomado de forma exacta.
La Lectura nos ayuda a comprenderlo.

La Lectura además nos lo aclara de forma inevitable:
No hay ningún amor a Dios,
que no se vuelva al mismo tiempo de forma amorosa hacia el necesitado.
El amor a Dios y el amor al prójimo van unidos indisolublemente.
Sí, el amor a Dios y el amor al prójimo son incluso idénticos.

Amén.