Homilía para el Domingo Trigésimo Tercero del Ciclo (A)
16 Noviembre 2014
Lectura: Pr 31,10-31
Evangelio: Mt 25,14-30
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Algunas propuestas, sobre todo la comprensión de la parábola del Evangelio como ‘parábola de contraste’,
se las agradezco a la teóloga y exegeta Eleonore Reuter (en “Pueblo de Dios” 2014 para el Domingo XXXIII).
Una comparación con las homilías de 2008 y 2011 muestra cómo uno se puede acercar a un texto de forma diferente.

El Evangelio de hoy provoca en todo cristiano
una protesta, si no se ha endurecido de forma total
por la lectura e interpretación habitual.
Este jefe, que aquí se describe, es, en nuestra lengua actual, un capitalista implacable y muy duro.
Exige a sus servidores (esclavos) que generen ganancias, que con los métodos legales
no se pueden producir.
Por tanto, les exige que pasen por encima de la Torá.
El único que se opone a esta exigencia es el tercer servidor, que sólo ha recibido un talento.
Él ni quiere ni puede embarcarse en este sistema,
en el cual los ricos son cada vez más ricos porque cosechan sin tener que sembrar.
Expresado de otra forma:
Porque son explotadores.

¡Por tanto, el verdadero ‘héroe de esta historia es el tercer servidor!
Y el codicioso ‘señor’ nunca puede ser interpretado como imagen de Dios.
Cuando uno interpreta la parábola del dinero confiado a la luz del discurso inmediatamente siguiente de Jesús, sólo puede considerarse como una parábola de contraste:
El Reino de Dios, cuya Ley fundamental es el Sermón de la Montaña, es el desarrollo contrario
del mundo de la parábola y también del mundo real actual.

Ahora me quito el sombrero ante los responsables
de la elección de los textos litúrgicos, que han acertado de forma totalmente oficial en el servicio de la Iglesia.
Ellos han contrapuesto en la Lectura veterotestamentaria, que, por regla general,
se corresponde con el Evangelio, al ‘mandamás’ sin escrúpulos del Evangelio precisamente con una mujer como jefa de empresa, que actúa de modo admirable en el sentido de la sabiduría de Dios.
Sin embargo, se escapa de la fijación tradicional
del papel de la ‘eficiente ama de casa’
cuando se considera no el texto abreviado de la liturgia, sino que se lee el texto bíblico completo.

Este texto es en su totalidad una obra de arte literaria:
Los versículos comienzan en hebreo seguido de las siguientes letras del alfabeto.
Así se genera la imagen de una mujer perfecta de la A a la Z.
Esta mujer también es ciertamente una sobresaliente esposa, ama de casa y madre.
Pero se describe ante todo como la empresaria ideal:
Dirige de forma autónoma una manufactura textil y gestiona, al mismo tiempo la agricultura tradicional.
Es competente en todos los pasos desde la compra del material para la producción hasta la venta.
Y naturalmente domina las finanzas.
¡Cómo es lógico también genera ganancias!
Pero no se trata de querer tener.
Se trata del bienestar de toda la casa, tanto del bienestar de la familia como del bienestar de todos los colaboradores y colaboradoras, de los mozos y de las criadas.
Además está socialmente comprometida y
“abre su mano a los necesitados y les tiende su mano a los pobres.”
Además también es una mujer devota y piadosa.
Su enraízamiento en la tradición religiosa y en la formación de Israel es, al mismo tiempo, el motivo más profundo de su sabiduría y bondad.

Uno se pregunta: ¿Qué queda aquí para el hombre?
Su sitio está en los porches donde se hace la gran política.
Tiene en el Ayuntamiento o incluso en el Parlamento una posición clave.
Pero su influjo está fundamentado en su independencia económica y ésta
¡se la tiene que agradecer a su mujer!

El orden social patriarcal de la época no está sacado de quicio de ningún modo.
Pero este texto se genera en una época de ilustración.
Él interpreta un papel modélico nuevo y en todo caso muy diferente de aquel pensamiento patriarcal, que a través de los siglos ha llegado hasta nosotros y que ha marcado sobre todo el pensamiento y
las estructuras de nuestra Iglesia.
¡La emancipación no comienza en el siglo XX!
La Lectura bíblica de este domingo es ya un texto totalmente de emancipación.

Para las reformas de nuestra Iglesia, hace mucho tiempo convenientes y en la última época iniciadas de forma titubeante, pero también para el propio e igualmente necesario cambio de orientación de nuestro pensamiento podemos hallar puntos de partida ayudadores en la Lectura de hoy tanto como en la praxis de Jesús.
Como cristianos no podemos ser la retaguardia de un mundo de ayer.
Para ser exactos y en el sentido de la tradición bíblica somos más bien los pioneros de un futuro humanizado.
¡No cedamos al necesario cambio de pensamiento de nuestro entorno secularizado!
De este modo nosotros mismos fomentaríamos
la secularización y traicionaríamos nuestra misión de anunciar el Reino de Dios y de cambiar el mundo en Su servicio.

Amén.