Homilía para el Séptimo Domingo
del Ciclo Litúrgico (B)
19 Febrero 2.006
Lectura: Is 43, 18-19.21-22.24b-25
Evangelio: Mc 2,1-12
Autor: P. Heribert Graab S.J.
La cúspide de este Evangelio, por así decirlo,
es la expresión de Jesús: “¡Tus pecados te son perdonados!”
Una expresión, que no es sólo para este hombre,
sino también para nosotros y que puede poner al revés a todo el mundo.
Volveré todavía sobre esto.

A primera vista, en este Evangelio me fascina
algo diferente:
Aquí familiares, vecinos y amigos del paralítico tienen el inquebrantable deseo de llevar a este hombre enfermo ante Jesús, para que Él le cure.
Ellos constatan: Esto no es factible.
Aquí no hay ningún pasadizo.
La multitud de gente les obstruye el camino.
Entonces ¿qué hacen?
Decepcionados, ¿regresar resignados?
¿Según el lema: “No ha podido ser”?

¡No! – “¡Esto no va!” ¡Esto no vale para esta gente!
Ellos activan su fantasía y su creatividad y
y hallan un camino más allá de lo convencional!
¡Suben a Jesús al tejado – textualmente!
Otro probablemente hubiera dicho:
“¡No podéis hacer esto!”
Los colaboradores dijeron probablemente en el tejado –cuando la camilla ya estuvo delante de los pies de Jesús-
¡Sin embargo, esto va!”

Con una tal creatividad llena de fantasía, yo pienso –
que se resolverían también hoy muchos problemas,
que se amontonan delante de nosotros como montañas.
Para hallar tales posibilidades de solución,
se cuestiona ciertamente no sólo fantasía y creatividad, sino en primer lugar la disposición
para admitir, en suma, lo no convencional y
lo sorprendente.
Con mucha frecuencia nos sentamos juntos en conferencias, discutimos posibles soluciones para una tarea propuesta y oímos – aún antes de que esté sobre la mesa una proposición– las objeciones:
* “¡Demasiado caro!”
* “Ya lo hemos intentado, pero no va”
* “¡Qué pueden decir los demás!”

Y en política:
* “Aquí no participa el partido”
* “No tendrá buena acogida entre los electores.”
* “Sólo nos traerá disgustos”

Los “argumentos mortíferos” son éstos:
“argumentos” que al final torpedean toda solución del problema.
Gentes sensatas lo saben.
Y algunas cabezas inteligentes han desarrollado en nuestra época un método que debe impedir tales objeciones.
“Brainstorming” (“lluvia de ideas”) se llama este método.
(¿Por qué hoy día tales buenas ideas tienen que llevar todas un nombre americano?)
Traducido literalmente “Brainstorming” significa:
Dejar “asaltar” el cerebro –quizás incluso el espíritu –.

Por consiguiente, ésta es también la primera regla de este método:
¡Dejad corred en libertad vuestra fantasía!
La segunda regla es casi todavía más importante:
¡Renunciad – al menos una vez en primer lugar –
a toda objeción!
¡Nadie puede criticar la idea de otro!
Las preguntas críticas no están permitidas.
Pero entonces también:
¡No le pongáis ningún freno a vuestra propia fantasía!
Olvidad vuestras malas experiencias con los prójimos, que en el pasado han hecho añicos vuestras mejores ideas con demasiada frecuencia
o que os han puesto en ridículo a consecuencia
de una tal idea.

Con un tal Brainstorming hemos empezado recientemente en un pequeño círculo,
para hallar respuesta a la pregunta:
¿Cómo se puede asegurar a la larga la existencia de la Bonifatiusschule II,
aunque tenga que soportar una peligrosa sangría
por la supresión del grado de orientación?

“¡Esto no va!” –  ¡no es válido!
Lo que va y lo que no va, ya se verá.
En todo caso, el paralítico yacería todavía hoy sin ayuda en su camilla, si uno de estos argumentos mortíferos hubiera conservado la supremacía.

Entretanto echemos aún una mirada a la Lectura:
También aquí nuestro punto de mira se dirige al tema “Pecado y Remisión” por medio de la algo arbitraria selección de los versículos.
A fin de cuentas, la Lectura debe corresponder con el Evangelio.
¡También lo hace! – pero en primer lugar de forma muy diferente a lo proyectado:
 
“¡Ved yo hago todo nuevo!”, dice Dios
y deja jugar Su fantasía que incluso a los traductores cierra en tablas el lenguaje:
“Yo trazo un camino por la estepa
y calles por el desierto” se dice en la traducción.
Los traductores se imaginaron:
¡Esto ya es suficientemente lujoso y caro!
Pero el texto original hebreo es algo más atrevido, así que no se puede tomar mal a los traductores
que no se fiaron de sus ojos.
El texto original reza así:
“Yo pongo un camino en la estepa y
ríos en el desierto.”

Que las estepas se conviertan en transitables
es sin duda una gran cosa.
Sin embargo, Dios promete incomparablemente más:
Él promete navegabilidad – por en medio del desierto.
Nosotros experimentamos aquí la Biblia como un medio provocativo contra el entendimiento demasiado sensato del ser humano.

Por consiguiente:
¡Agreguemos también nosotros a nuestro sabio entendimiento una porción conveniente de
fantasía y creatividad!

* ¡Cuando se trate del saneamiento de las finanzas eclesiales no sean preguntados solamente expertos en presupuestos y asesores de empresas!
¡Se trata de más que finanzas!
¡Se trata del futuro de la Iglesia!
¡Y aquí necesitamos una fantasía visionaria y una creatividad orientada pastoralmente!

* Tampoco necesitamos en primer lugar para nuestra Boni una mentalidad contable, que compare número de alumnos y profesores, que calcule el exceso de horas y que mida el tamaño de las clases.
Necesitamos urgentemente pedagogos llenos de fantasía y que piensen eclesialmente
y una Iglesia local optimista,
que no ponga en cuestión su propia existencia,
sino que con creatividad fije la vista firmemente en un joven futuro.

* Tampoco para la solución de la enmarañada situación en “Tierra Santa” se pregunta
a expertos en terrorismo y a muertos de miedo
y ya ni siquiera a políticos considerados
por su poder y su prestigio,
sino a personas universales, a las cuales preocupa
este país originario no sólo de nuestra religión
y sus seres humanos
y que abren a Dios la propia fantasía amorosa,
que tan a menudo en la historia ha encontrado  caminos a través de los desiertos de este país.

* Si nosotros contemplásemos con los ojos de Dios este mundo y a los seres humanos
y si nos dejásemos contagiar por Su creativa fantasía podríamos curar las “parálisis” de la política en relación con todos los demás focos de crisis alrededor del globo.

Y para ello tenemos de nuevo el Evangelio de este domingo:
Jesús piensa en totalidad.
Y en totalidad ve también al paralítico delante de sus pies.
La enfermedad de este hombre y de la humanidad
en general no hay que contemplarla aislada del ser humano compuesto internamente.
Aquí juega también un papel muy importante “pecado” y remisión “sanante” –
aunque naturalmente en el caso concreto no tenga que existir ninguna conexión causal inmediata entre pecado y enfermedad.
¡Esto lo acentúa Jesús en otras ocasiones expresamente!

Pero sí que vale de forma muy general:
¡El pecado paraliza!
* El pecado paraliza a la persona individual.
* El pecado paraliza también a las sociedades humanas.
* Paraliza a pueblos enteros.
* Paraliza incluso a comunidades religiosas
* y del mismo modo a las iglesias cristianas y a las parroquias.

¡Hay que curar estas parálisis!
Para ello necesitamos una fantasía tan grande como tuvieron los colaboradores del paralítico del Evangelio
Pero para ello necesitamos también una confianza sin reservas en aquella amorosa y creativa fantasía, que hace a Dios mismo ser humano,
y que siempre de nuevo permite hallar nuevos caminos de reconciliación curativa.

Amén.