Homilía para el Domingo Quinto del ciclo litúrgico (B) 8 Febrero 2009 |
Lectura: 1 Cor 1,10-13 y 1 Cor 12,12-27 Autor: P. Heribert Graab S.J. |
Desde hace aproximadamente dos
semanas
el Papa, el Vaticano, este indescriptible Obispo Williamsen, su irresponsable negación del Holocausto y su carca fraternidad sacerdotal Pius X focalizan todos los medios de comunicación posibles. No pasa ningún día sin nuevas noticias, comentarios, interviews, pareceres o foros de discusiones. Piden la palabra los enterados y los charlatanes que no saben nada del tema. Informaciones pertinentes y aportaciones dignas de tenerse en cuenta se mezclan con prejuicios desabridos y resentimientos antieclesiales. Añadir a esto otra aportación en forma de una homilía parece más que superfluo. Y, sin embargo, yo considero lleno de sentido reflexionar un poco con ustedes desde el segundo plano de estas agitaciones, sobre las características esenciales de la Iglesia concreta de Jesucristo: Pablo ha descrito esta Iglesia con una imagen muy expresiva como cuerpo orgánico con muchos miembros: “Vosotros sois el Cuerpo de cristo”, dice, “y cada uno es un miembro de él.” Con ello se expresa muy claramente la doble naturaleza de la Iglesia: Es de naturaleza divina, en tanto que ella es en la historia el Cristo que sigue vivo. Pero, al mismo tiempo, es de naturaleza humana en tanto que todos nosotros juntos somos esta Iglesia. Se puede decir justamente: En la Iglesia continúa la Encarnación, continúa la Encarnación de Dios. Con ello continúa también en la Iglesia el escándalo de la Encarnación de Dios. La exigencia de Jesús de ser “Hijo de Dios”, era ya para los fariseos un escándalo, una difamación de Dios. Por esta exigencia Le llevaron a la Cruz. En un sentido comparable, la Iglesia de Jesucristo se convierte también en escándalo para todos aquellos que no quieren ni pueden reconocer la esencia divina de la Iglesia en la forma concreta humana y con frecuencia también demasiado humana. Este escándalo de la Iglesia se refleja ya en los apuntes de la primitiva Iglesia del Nuevo Testamento, especialmente en las tendencias de escisión de la comunidad de Corinto. Y, sobre todo, las innumerables escisiones en la historia completa de la Iglesia son y continúan siendo un escándalo más allá del día de hoy. A este contexto pertenece también el despotismo de la fraternidad sacerdotal Pius X: Ésta reclama hoy para sí ser la única verdadera Iglesia de Jesucristo, rechaza rotundamente el Segundo Concilio Vaticano y va por su propio camino. Pero ahora el más noble servicio del sucesor de Pedro es ser la “Roca de la Unidad”. A este servicio se siente obligado sobre todo Benedicto XVI. Conforme a esto ha construido en este caso concreto puentes de entendimiento, sin aportación previa de la otra parte y también sin tener la más mínima idea de si estos Hermanos-Pius pondrán sobre este puente sólo un pie. Ahora se muestra en esta ocasión que el movimiento restaurador tiene en la propia Iglesia y en su dirección en los diferentes niveles sus simpatizantes: Fuerzas conservadoras que no ponen en cuestión el Concilio, pero aportan poco conocimiento al espíritu del Concilio. En estos días se habla a menudo del Vaticano. Pero ¡el Vaticano no existe como masa homogénea! El Vaticano como órgano dirigente de la Institución de la Iglesia universal, refleja en cierto modo la pluralidad de esta Iglesia. De este modo no es verdaderamente extraño que se encuentren allí corrientes no sólo conservadoras, sino también carcas, en las cuales no se trata ciertamente de la unidad de la Iglesia, pero que sobre todo tienen sentido en la “orilla derecha”. Así allí quiere estar ciertamente el “deseo es el padre del pensamiento”, que la fraternidad Pius cogerá la mano tendida del Papa. Todo esto – * la Iglesia como “gran institución”, * el Vaticano como órgano directivo suyo, que seguramente también es un gran aparato administrativo, * la pluralidad de ambos, * la disputa hasta las intrigas, de lo cual la gente de Cloe de la pequeña comunidad de Corinto informa a Pablo, de las cuales naturalmente tanto más una gran institución no está libre, * y no en último lugar las “averías de comunicación” que entretanto en el propio Vaticano se añaden… Todo esto es la lógica consecuencia de la doble naturaleza de la Iglesia: Como un regalo de Dios a nosotros y, al mismo tiempo, como una organización humana. En este segundo plano es importante e irrenunciable, recordar: ¡Todos nosotros somos Iglesia! * Piensen en la imagen de Pablo del cuerpo y de los muchos miembros. * Piensen también en la comprensión bíblica de la Iglesia como “Pueblo de Dios”; el Segundo Concilio Vaticano sobre todo ha elevado a la conciencia esta comprensión de la Iglesia de nuevo. * Y no olviden los pensamientos paulinos del “sacerdocio común” de todos los fieles. También el Concilio ha valorado esto. De esto se sigue: Se puede y debe (¡) “padecer” por este o aquel desarrollo en la Iglesia. Pero, al mismo tiempo, como parte del todo que somos no estamos separados de nuestra co-responsabilidad. En este sentido hubo una homilía en Berlín bajo el lema: “Entrar, no salir.” *) Sería fatal, ceder la actual crítica a la dirección de la Iglesia a los enemigos suyos, para que éstos triunfen y vean confirmados todos sus prejuicios. Hay una crítica sin amor y hay una crítica por amor. Hay un silencia por lealtad, pero también una oposición por lealtad. Sería fatal resignarse frustrado a retirarse de la Iglesia internamente o incluso externamente. Es tan enojosa la decisión de un levantamiento de la excomunión a aquellos cuatro Obispos bajo las circunstancias dadas y tan enojoso es también mucho de lo que sale a la luz del día en las siguientes discusiones – en lo cual se puede descubrir también lo positivo: Incluso en el Vaticano se ha manifestado más de uno de forma bastante reflexiva. Una ingeniosa reflexión “en los de arriba”, pero precisamente también en todos nosotros, que somos Iglesia, sería verdaderamente beeneficioso para esta Iglesia y para el mundo. Estoy convencido de que el Espíritu de Dios actúa en todo tiempo en la Iglesia y que Él también puede escribir derecho en renglones torcidos. Esta fe y una solidaridad crítica con la Iglesia – es decir, en la situación actual y siempre: “Sentir con la Iglesia”. Amén. *) P. Klaus Mertes S.J. el 3 de Febrero de 2009 en la Iglesia conmemorativa de las víctimas del Nacional Socialismo, Maria Regina Martyrum, Berlín. También de esta homilía una u otra formulación de las frases clave. |