Experiencias de un viaje pastoral
en lugar de una homilía para el
17 Junio 2007
Una “Iglesia joven”
no cae del cielo
La semana pasada, algunos sacerdotes del Decanato de Göttingen han pasado cuatro días en el Obispado italiano de Brescia – sobre todo para visitar a Dom Luigi, que fue más de treinta años párroco de la comunidad italiana de Göttingen y que quiere saludar a todos los viejos conocidos;
Pero luego también para conocer la vida eclesial en este Obispado de Brescia.
Aquí hemos reunido experiencias comunes sorprendentes y fascinantes.

Difícilmente nos podríamos imaginar que para todo un Obispado, la primera de todas las prioridades fuese el trabajo eclesial con jóvenes. Pero ciertamente éste es el caso en Brescia.
Brescia es una superficie cuadrada claramente
más pequeña que Hildesheim, sin embargo mirando el número de católicos es, como mínimo, tres veces mayor. En Brescia hay aproximadamente 840 parroquias (en Hildesheim: 243). 804 parroquias del Obispado de Brescia tienen un Oratorio de Jóvenes propio. La palabra oratorio es ambigua. Aquí se utiliza en el sentido de un famoso pastor de almas jóvenes, de Don Bosco.
Éste reunía a los niños y a los jóvenes para configurar con ellos el tiempo libre,
para impulsar el deporte, para jugar y también para orar y para proporcionarles la fe cristiana.
Llamaba oratorios a estos puntos de encuentro.

Por consiguiente, un oratorio así hay en casi todas las parroquias de Brescia: grandes y variados espacios, por regla general con un gran campo de deportes e incluso a veces con una sala de cine propia.
Diariamente allí se encuentran hasta 150 niños y jóvenes – durante algunas semanas de vacaciones incluso durante todo el día.
Hemos visitado los oratorios a diferentes horas del día y siempre hemos encontrado vida chispeante – en juego y deporte, pintando y esculpiendo, comiendo juntos...
El día está distribuido por medio de la oración de la mañana, de la tarde y de la noche. Y durante la época escolar también se da de forma muy natural la catequesis. Cuatro (¡!) años de preparación para la Primera Comunión y otro cuatro años de preparación para la Confirmación.

Por regla general, el respectivo capellán también
es a veces un pedagogo social.
Le secundan hasta setenta animadores,
que se turnan en su servicio voluntario
y que están cualificados para su tarea especialmente.
El año pasado el Obispado ha formado a 1000 (¡!) animadores. También la comida para los niños y los jóvenes es cocinada por voluntarios.

Por el Obispado – concretamente por el  pastor diocesano de jóvenes con su equipo - se publican también materiales excelentes y bien diseñados para el trabajo en los oratorios.
Nosotros hemos visitado en el vicariato general de Brescia a este equipo. Entre nosotros se diría: “Oficina juvenil episcopal”. En Brescia no tenía apenas el carácter de una “oficina”.
Más bien había allí – independiente de la entrada al vicariato general – en la planta baja un acceso propio abierto a una librería de jóvenes y a un punto de encuentro. Verdaderamente un punto de encuentro es la total “oficina de los jóvenes”.
Durante nuestro diálogo con el pastor diocesano de juventud fuimos interrumpidos continuamente por visitantes o grupos de visitantes, por ejemplo, por un grupo de jóvenes impedidos, que parecían sentirse allí en casa.

Bajo estas condiciones tampoco nos pareció sorprendente que no oyésemos ni una sola palabra sobre la falta de sacerdotes. Por el contrario:
Más de 200 sacerdotes del Obispado trabajan en el extranjero; en Latinoamérica, en África o también como pastores de almas en parroquias italianas en Alemania. Cada año son ordenados alrededor de una docena de jóvenes.
Aproximadamente unas 1500 monjas están comprometidas sobre todo en diversos servicios caritativos.
Sin embargo, teníamos la impresión que para el trabajo eclesial había también claramente más voluntarios a disposición que entre nosotros.
Por diferentes motivos seguramente este modelo de trabajo con niños y jóvenes no se puede transferir a nuestras circunstancias.
Y, sin embargo, podemos aprender de ellos cantidad – no en último lugar la situación de las prioridades.

Amén.